Sevilla
Ángel Díaz del Río / Decano del Colegio de Arquitectos: «La solución en el centro pasa por personalizar cada barrio»
– Estudiar arquitectura era tener trabajo seguro, ahora...
–Esa perspectiva ha cambiado, pero la capacidad de trabajo de los arquitectos está demostrada. Hay escasez de trabajo, sobre todo en lo relativo a obras de mediana y gran envergadura y nueva planta.
–¿Eso se traduce en inquietud?
–Los alumnos ven un futuro incierto. Nos llaman el «competente universal», pero ahora mismo hay un ambiente de desolación.
–¿Qué es la precolegiación?
–Es algo que viene de esa desolación. El alumno quiere acabar la carrera, pero al final se está relajando, hay más alumnos de lo habitual. La cifra asciende a casi mil, algo que nunca ha pasado. Ante esta situación, decidimos acercarnos a ellos y enseñarles cómo funciona la profesión y el colegio.
–Si la construcción se para...
–Hay más sectores en los que desarrollar una labor.
–Para colmo sufren intrusismo.
–El exponente más claro es el de los ingenieros de edificación que incumplen la ley. El TS los ha colocado en reiteradas sentencias en situación de intrusismo. Uno de los mayores engaños de este gobierno saliente ha sido el Plan Bolonia.
–Desde su perspectiva, ¿qué necesita Sevilla?
–Recuperar la sensatez y la confianza en sí misma para captar inversiones y generar emprendedores. Sevilla genera una gran ilusión y su talante nos sirve para transmitir más fácilmente su talento.
–¿Sensatez?
–Esta ciudad ha estado en los últimos años en unos parámetros fuera de lo razonable. Se han hecho cosas sin sentido. Todo lo que ha hecho el Ayuntamiento de la peatonalización de la Avenida, la Encarnación, la Alameda, el plan de tráfico... todo ello fue motivo del convenio que firmó en 2003 este colegio con Emilio Carrillo. Eran catorce puntos, catorce ideas que el colegio de arquitectos lanzaba al Consistorio. La problemática surge en cómo se lleva a efecto.
–¿Derogar el Plan Centro era necesario?
–Ya me he reunido tres veces con el director de Movilidad y con el concejal de distrito del Casco Antiguo. En las próximas jornadas del Ateneo en febrero, será el tema que vamos a proponer. La gran solución pasa por la personalización en cada barrio. No podemos tratar igual El Arenal que el ámbito de la Catedral, son distintos y con recorridos, necesidades, horarios y actividades distintas. Ésa es la conclusión: hay que partir de un Plan Centro integral y después personalizar. El Plan Centro es necesario, pero el que se hizo no era el adecuado. Hacer un buen Plan Centro que funcione, que lo asuman los residentes y los usuarios, requiere tiempo.
–¿Se ha reunido con Zoido o pretende hacerlo? ¿Qué le pediría?
–Le pedimos que el Ayuntamiento esté al servicio del ciudadano y no al revés. Una licencia no puede tardar ocho o diez meses, tiene que agilizarse en mes y medio. Ofrecimos nuestra colaboración y me consta que es algo prioritario.
–¿Qué requiere más urgencia?
–La ventanilla única, para todo, y ya lo están resolviendo.
–¿Qué opina de la Torre Pelli?
–La gran pregunta es qué aporta un proyecto tan rompedor a la ciudad o a la zona donde se implanta. Y también haría una reflexión: todas las leyes del medio ambiente modernas y de patrimonio se concibieron para controlar ese tipo de intervenciones. Y las leyes tienen que funcionar para todos.
–Las licencias están «OK»...
–Lo estarán, pero yo me pregunto ¿usted por qué permite allí a este promotor 200 metros de edificación y, sin embargo, tiene limitada toda Sevilla en 4 y 5 plantas? La licencia está bien, de acuerdo, pero las leyes se hicieron para controlar ese tipo de intervenciones.
–¿Es incompatible un rascacielos con la Sevilla histórica?
–Totalmente.
–¿Abogaría por frenarlo?
–Todo el mundo quiere y nadie lo hace... hace poco vino la Unesco. Lo que solicitamos es que decidan ya sí o no. Una promoción no puede tener esa espada de Damocles.
–¿Entiende la postura del alcalde? ¿Es razonable que la Junta se mantenga al margen con la catalogación de varios monumentos como Patrimonio de la Humanidad?
–El alcalde tiene que defender los intereses del Ayuntamiento, incluidos los económicos. La Junta es una directa responsable del proyecto. Es un proyecto que no está en el Potaus y es sorprendente que no haya dicho nada. La ley del suelo que se aprobó en Andalucía en 2001, la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía (LOUA), es súper intervencionista. La independencia municipal para decidir sobre el uso y calificación de su suelo es indiscutible, pero la competencia de la Administración autónomica es que el plan que haga el Ayuntamiento sea conforme a ley. La LOUA no fue recurrida por los ayuntamientos por tener el mismo color político que el que la ha hecho. Esa herramienta legal no se aplica en el caso de la Torre Pelli.
–Usted ha sido muy crítico con «las Setas», ¿llegará a ser referente?
–Hemos sido críticos con la desviación presupuestaria, con los retrasos y con la fórmula de financiación, pero la idea en la Encarnación de hacer un concurso internacional de ideas surge de nosotros. La ejecución del proyecto no obedece a la imagen que nos daba ese proyecto, que ahora se nos antoja fuera de escala. Una vez hecho, es un punto turístico importante. Su centralidad y que ha sido un proyecto muy publicado genera un atractivo turístico. Algo bueno debía tener.
–Si una obra se paraliza tantos meses como sucedió con Fibes, ¿es lógico cuestionar a las partes?
–Los proyectos no se pueden parar. La Administración, como cliente, ha de tener claro lo que quiere, el arquitecto su proyecto y la constructora presentar su presupuesto. Puede haber desviaciones lógicas del 5 ó 7% , pero no desorbitadas. Parte del sistema tiene la culpa de que las haya y lo que tenemos que hacer es uno más fiable. Cambiar una obra es lo peor.
–¿Qué se puede hacer con el Auditorio y con La Cartuja?
–Ponerlos en carga.
–¿Y con la Biblioteca del Prado?
–Acatar las sentencias.
–Aún se debate la ubicación de la Ciudad de la Justicia...
–Hay idea de hacer proyectos pero no una voluntad firme de llevarlos a cabo. Animaría a que la próxima vez que se hable de la ella sea para poner la primera piedra. Que se haga donde sea, pero que se haga.
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