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Londres

Felipe II en presente de indicativo

Geoffrey Parker amplía treinta años después su biografía del monarca, en la que incluye fuentes no consultadas antes que trazan un perfil atormentado y tortuoso del primer gobernante de un imperio global.

Parker publica «la biografía definitiva» de Felipe II
Parker publica «la biografía definitiva» de Felipe IIlarazon

Geoffrey Parker ha pasado más tiempo con Felipe II que con ningún otro hombre. Lleva 45 años de su vida dedicados a un señor que murió hace cuatro siglos. «Los mejores de mi vida», decía ayer, en la presentación de «Felipe II. La biografía definitiva» ante la Prensa, en una visita al monasterio de San Lorenzo de El Escorial. «El primer libro sobre el monarca fue fácil. Sabía por dónde empezar, el nacimiento; y por dónde terminar, la muerte. Pero desde entonces, hace treinta años, tenía que incluir 10.000 manuscritos, descubrimientos en los pecios de la Armada Invencible, cartas de amor, archivos cerrados por más de una década y documentos perdidos que sirvieron para pagar deudas de juego. Todo para guiaros por los tortuosos caminos que trazó Felipe II y por los que os lleva este humilde siervo», bromeó con un castellano que suena a legajo.

Escenas de interior

La editora del monumental volumen –tiene más de mil páginas–, Ana Bustelo, calificó la obra de «la biografía que a Felipe II no le gustaría leer» porque convierte al monarca que se creó enviado de Dios en «un personaje real». Parker ha reunido muchos de los hallazgos acudiendo a testimonios de primera mano, originales, recientemente restaurados, para reconstruir escenas, zanjar polémicas. Por ejemplo, el historiador describe a un joven príncipe de 14 años que estropea los libros que su padre, Carlos V, quería hacerle leer, o, con 35, corrige planos de sus desesperados arquitectos durante la construcción del Monasterio de El Escorial. Parker también dibuja la escena de un Felipe II con 58 años intentando convencer a una sobrina suya, de la casa de Habsburgo y 40 más joven, para que acceda a convertirse en su quinta esposa. «Todos sus consejeros le decían que podría vivir unos años más, pero que, de casarse, no duraría uno. Tales eran las exigencias físicas de una joven austriaca. Suerte que se negó y se metió a monja», dijo con una sonrisa.

Parker ha publicado diversos trabajos sobre el rey español como «España y la rebelión en Flandes», «La gran estrategia de Felipe II» o «El ejército de Flandes y el camino español», y dibuja sus perfiles como los del presidente de una multinacional. Pero fracasada. «Fue un rey imprudente», decía ayer en contra del sobrenombre que le ha dado la historia para simplificar un reinado de 42 años. Durante ese tiempo, sólo conoció siete meses sin una guerra abierta en algún lugar de sus dominios. «Tuvo todas las oportunidades para mantener un vastísimo imperio. Su padre encontró resistencia en Francia e Inglaterra, pero Felipe II se encontró con la paz en 1559, una Inglaterra dividida con gran presencia de católicos. Enormes cantidades de riquezas viniendo de América. Sólo necesitaba paz. ¿Cómo no fue capaz de aprovecharlo?», se pregunta.

El muy documentado espíritu mesiánico y fanático de Felipe II le llevó a embarcarse en una guerra contra los turcos que nunca pudo ganar y que duró 18 años. «En lugar de dar algunas libertades en Flandes, persiguió lo que consideraba herejía como un inquisidor más y ése fue su mayor fracaso político», explicó el historiador, que culpa a esta inversión de recursos del fracaso de su reinado. Los costes de la guerra le impidieron llevar a cabo proyectos documentados con los que Parker se topó: modernización de puertos, nuevos caminos en España, mejores posiciones defensivas en las colonias, academias de matemáticas en las poblaciones importantes... «arropar a Castilla cuando se encontró muerta de frío y de hambre», enumeró.

«Estratega de salón»
Según Parker, en lo relativo a la guerra, Felipe II fue «un estratega de salón», que se ocupaba de detalles como la moralidad de las tropas (tomó medidas para que no se bebiera, jugara, blasfemara o se practicase la sodomía), pero no de tácticas militares. Planteó estrategias casi imposibles de llevar a cabo y tomaba decisiones que asombraban a sus propios consejeros. Convirtió a un ejército compacto «en una desbandada de naves presas del pánico», como en el caso de la Armada Invencible. «No se puede estar supervisando las obras de un monasterio y dirigiendo un imperio», ironizó.

Pero Parker intenta ir más allá y se asoma a la personalidad de un rey que escribía cartas a los Papas, rellenaba documentos de forma compulsiva, se encerraba horas entre miles de papeles y documentos. Y que vivía atrapado por contradicciones, educado sin un padre «que era la personificación del éxito que nunca podría alcanzar. Nunca pudo escapar de su sombra». Felipe II sintió profundos celos incluso de su más fiel colaborador, el Duque de Alba.

«Le guardó una envidia que no pudo superar porque estuvo en la victoria en San Quintín y el norte de Italia, y él tuvo que quedarse con la reina». De su mentalidad tormentosa dice mucho que arrastrara varios cargos de conciencia durante toda su vida por consentir el asesinato a espada por las calles de Madrid de Juan de Escobedo y protegiera personalmente a los autores del crimen del secretario real. Sobre la angustia vital del Rey, o su controvertida relación con las mujeres –apunta que, además de las oficiales, fue amante de Juana de Osorio–, Parker escribe una semblanza extraída de documentos originales. «No me interesan los demás, y por eso creo que poco más podrá avanzarse en su figura». El historiador ya conoce al Rey «como se conoce a un amigo». «En unas páginas le amas, y en las siguientes, le odias», dice, con la certeza de hablar de uno de los personajes más intrigantes de su tiempo, que tejió la red de espías más importante conocida o el más eficiente servicio postal, y que rechazó a El Greco como pintor de su corte.

Parker tiene la sensación de que ha terminado la obra de toda una vida y por eso ya está «en trámites de divorcio con Felipe II». Su próximo libro, ya lo está escribiendo, tratará sobre algo tan diferente como el brusco cambio del clima que soportó la tierra en el siglo XVII, cuyos efectos planetarios nunca se han narrado.


LERMA, EL DUQUE INCOMPRENSIBLE
De aquel poderoso círculo de Felipe II surgió uno de los personajes más destacados del reinado de su sucesor Felipe III. Educado en la corte del primero, Francisco Gómez de Sandoval y Rojas sería nombrado duque de Lerma por este último y pronto se convertiría en el hombre más poderoso y también el más corrupto del siglo XVII. Ayer, el historiador Alfredo Alvar Ezquerra presentó su ensayo histórico sobre este personaje, «El duque de Lerma» (La Esfera de los libros). «La codicia es inherente al ser humano, la corrupción es algo cultural», señala el autor, que no sin ironía declara que «cualquier parecido del libro con la actualidad es mera coincidencia». En la presentación, Alvar Ezquerra explicó que para escribir su obra investigó en España, Viena, París, Londres y Montreal, y accedió a los archivos personales del duque de Lerma con la intención de hacer un «análisis objetivo» del personaje. Sin embargo, finalmente el especialista en el Siglo de Oro se ha declarado «incapaz de comprenderle, salvo que fue un perfecto ladrón». «Lo único positivo que destaco de su personalidad es que era un ser inteligentísimo», añade.