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Buscando un escudero

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PARÍS- Dos años duró el periodo de gracia de François Mitterrand en 1981 antes de ceder a la austeridad, obligado por la realidad economía. La realidad de 2012 ha privado de hecho a François Hollande de ese beneficio. Acabada la campaña y conquistado el poder, las dificultades comienzan ahora.

Europa mira y espera mientras los mercados financieros van a escrutar con lupa sus primeros movimientos. Las agencias de calificación no sancionan de momento el aterrizaje de un socialista en el Elíseo. Standard & Poor's, que retiró en enero a Francia su triple A, señaló ayer que no hay cambios previstos aunque mantiene la perspectiva negativa. Su evolución dependerá de la confianza que inspire la aplicación del programa económico de Hollande, que pretende equilibrar las cuentas públicas en 2017, reducir el déficit público, y reembolsar la deuda sin apenas medidas de ajuste y aumentando el gasto público.

Pero esas políticas que requieren la vía parlamentaria no podrán adoptarse hasta después de las elecciones legislativas del mes de junio en las que los franceses decidirán si dan una mayoría de diputados al futuro Gobierno.

La constitución del Ejecutivo es la principal ocupación del presidente electo. En su entorno recuerdan los primeros minutos de Sarkozy en 2007: la celebración en un lujoso restaurante de los Campos Elíseos y la breve escapada en yate. Gestos que lastraron, en el plano simbólico, la presidencia del conservador. Los socialistas no quieren caer en el mismo error. Eso explica que una de las primeras medidas que adoptará su gabinete sea la reducción, por decreto, en un 30% de su sueldo y el de los miembros del Gobierno.

La reunión matinal que mantuvo ayer en su cuartel general, en la que felicitó a su equipo de campaña por la victoria cosechada, no dejó trascender muchas pistas sobre la identidad del futuro primer ministro. Sin embargo, algunos de los presentes formaban parte de las quinielas. Su director de comunicación, Manuel Valls –de origen español– se disputaría el puesto con la número uno del Partido Socialista (PS), Martine Aubry –demasiado connotada a la izquierda–, y el presidente del grupo socialista en la Asamblea Nacional, Jean-Marc Ayrault, que ostenta el título de favorito. Un perfil más moderado que la ex ministra de Trabajo de Lionel Jospin y en el que Hollande valora su buena relación con los parlamentarios y un fluido alemán que facilitará los contactos con el Ejecutivo de la canciller Angela Merkel.

Las nuevas generaciones, como Delphine Batho, Aurélie Filipetti o Najat Vallaud-Belkacem, de origen marroquí, y muy activas durante la campaña, rejuvenecerían un ejecutivo para el que suenan algunos «elefantes», como Laurent Fabius en Exteriores o Michel Sapin en Economía, cargo que ya ocupó con Mitterrand. El pacto con Europa Ecología-Los Verdes, cuya candidata pidió el voto por Hollande tras la primera vuelta, podría compensarse con alguna cartera ministerial.

De común acuerdo con el equipo de Sarkozy, el traspaso de poderes se celebrará el próximo 15 de mayo en el palacio presidencial del Elíseo. Hasta entonces, Hollande prepara la transición y una cargada agenda internacional que comenzará con una visita a Berlín, inmediatamente después de su investidura. Su segunda escala será en la Casa Blanca, donde el presidente Barack Obama le ha invitado a encuentro bilateral previo a las cumbres del G8 de Camp David y de la OTAN en Chicago en la segunda quincena de mayo.