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«Muy tontísimos» por Alfonso Ussía

La Razón
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Este incorrecto enlace del adverbio con un superlativo se usa habitualmente en el interior de La Montaña cántabra. Conocí a un personaje fabuloso, que vivía acompañado de sus soledades en un remoto caserío de la comarca de Herrerías, quizá la más deshabitada de la provincia de Santander. Se separó de su mujer porque un día averiguó que era «muy putísima» y no acudió al entierro de su padre, por haber padecido lo «muy villanísimo» que era. La incorrección verbal queda sometida a la claridad expresiva y descriptiva.

El dominio de la comunicación es fundamental en los partidos políticos, y más aún, en el Gobierno. Los del PP, en esto de la comunicación, siempre han sido «muy tontísimos». Entre Aznar, Rato y Álvarez-Cascos, que de tontos no tienen ni un pelo de las patillas, entregaron Antena-3 de Radio a Jesús de Polanco y la SER. Cuando el pavoroso atentado del 11 de marzo de 2004, desde las emisoras regaladas al principal adversario en el mundo de la comunicación, se ganaron para los socialistas las elecciones que llevarían al Gobierno al desastre de los desastres, es decir, a Zapatero. Cumplido el objetivo de expulsar al PP del Gobierno de España, el PSOE, apenas tres días más tarde de las elecciones, entró como un elefante en una cacharrería en los medios de comunicación públicos –en TVE con especial dureza– y aniquiló profesionalmente a todos los empleados y periodistas que pudieran considerarse afines al Partido Popular. Y así sigue el cotarro.

Sigue, curiosamente, cuando el Partido Popular ha ganado las elecciones generales con mayoría absoluta, gobierna con el apoyo mayoritario del Parlamento y la Oposición socialista se ve obligada a conformarse con los peores resultados de su historia democrática, que no es su historia completa, como algunos manipuladores afirman. Pero en los medios de comunicación públicos, en Radio Nacional y Televisión Española con acentuado protagonismo, el PSOE sigue en el Poder y el PP es un ridículo partido de la oposición que no merece consideración alguna. La estupidez o la altanería de los Populares en la comunicación social les ha llevado a renunciar, no sólo a la exigencia del equilibrio informativo, sino a la aceptación de la humillación constante. Y nos hallamos a tres semanas de las elecciones en Andalucía, lo que da a entender la cumbre de majadería en materia de comunicación de nuestros gobernantes actuales.

En los programas informativos de TVE, los más vistos en las provincias andaluzas, la desproporción de los tiempos dedicados al PP y al PSOE resulta demoledora en detrimento del PP. El tratamiento que se le ha dado a la Reforma Laboral parece impuesto por Rubalcaba y los sindicatos. Los programas de debates mantienen la fórmula de siempre. Mayoría de opinantes del PSOE y un pardillo del PP que termina devorado por los leones. Si el PP no consigue la prevista mayoría absoluta en una Andalucía arruinada por un sistema corrupto, se deberá en gran medida a la necia política de comunicación del Partido Popular. Ellos no son tan inútiles al respecto.

No pretende esta crítica animar al PP a comportarse en los medios de comunicación públicos como el PSOE. Pero están obligados a reaccionar si no quieren perder, mediante la propaganda, lo que han ganado holgadamente en las urnas. Una cosa es la buena educación y el respeto a los profesionales, y otra muy diferente ser unos gilipollas.

O «muy tontísimos», que suena mejor.