Pitos a Mourinho y victoria del Madrid (4-1)

Después de la paleolítica alineación del miércoles, Mourinho recurrió a los creativos, también llamados «jugones», y, con trabajo y más de un susto, lavó la afrenta copera, mejoró la imagen del Madrid y derrotó (4-1) al Athletic de Bielsa, un equipo que apuesta descaradamente por el fútbol y por el juego ofensivo. El encuentro servía además de plebiscito al entrenador portugués; le animó el fondo sur, pero el resto del estadio no se unió al coro, al contrario, silbó, protestó. «Mou» ya no es el héroe del Bernabéu. Necesita alguna gesta, títulos; vencer a los «leones» sólo ha sido un triunfo balsámico.

Cada alineación de Mourinho es una prueba de incredulidad, por los cambios radicales que introduce de un enccuentro a otro; o, en este caso, porque al tratarse del Athletic podía ensayar el partido copero del miércoles contra el Barça. De cualquier manera, una forma de replicar a quienes le acusan de desaprovechar el potencial de la plantilla cuando Guardiola aguarda mentalizado en la sala de espera.

El equipo de Bielsa, el Athletic más atractivo, atrevido y con más talento de los últimos 25 años, es el Barcelona a menor escala. Por cómo juega, con chavales como Iturraspe, Susaeta, Muniain, Herrera o De Marcos; más Llorente, Amorebieta, Javi Martínez, Iraola y San José, no es de extrañar que en Can Barça se hayan fijado en el entrenador argentino como alternativa de Pep para cuando éste se vaya. Y Mourinho, quizá, porque con él nunca se sabe, después del batacazo del pasado miércoles con un planteamiento infame y un fútbol tan destructivo que a quienes primero se lleva por delante es a sus hombres, bien pudo adelantar lo que tiene previsto para el Camp Nou. O sea, jugar en lugar de especular, para lo cual necesita artistas, creadores, no destructores.

Presionado, tal vez, por las críticas –dudo que le afecten, salvo que provengan de la planta noble del Bernabéu–, «Mou» sólo mantuvo a un portugués en el once inicial. No convocó a Carvalho, Coentrao se quedó en el banquillo y Pepe, ¿lesionado?, ¿castigado?, fuera. Sólo jugó Cristiano Ronaldo. Marcelo recuperó su demarcación, marcó el precioso gol del empate a uno y demostró que hoy por hoy, sin ser un dechado de virtudes defensivas –se despistó en el 0-1–, Coentrao no le hace sombra. Junto a Xabi aparecieron Granero, tantas veces reclamado –acusa la falta de partidos–, Özil y Kaká, abastecedores todos ellos de Benzema y Cristiano. Es lo suyo; lo anormal es que Casillas, Ramos o Pepe sean la correa de transmisión de los delanteros.

Y el «ensayo» contra el Barça fue un espectáculo al que no regatearon ni esfuerzo ni ambición ni buenas intenciones ambos contendientes. El Madrid, necesitado de recomponer la figura, de recuperarse del sabotaje del miércoles por parte de su entrenador, notó algún que otro desajuste en los engranajes; pero se entregó. Granero ofreció destellos, si jugase más, mejor le iría, y Kaká intervino a menudo y con bastante acierto. Con Özil cerca resulta más fácil jugar; aunque el contrario proponga un fútbol de ataque y combinativo, al primer toque, que Herrera, De Marcos, Iturraspe y Muniain llegan a bordar. Así surgieron los goles. Marcó primero el Athletic, apareció arriba Javi Martínez desde atrás, entró por la derecha, centró y Llorente marcó a placer. Sorprendió a Varane.

Con el 0-1 el Athletic buscó el segundo, lo tuvo De Marcos en las botas, y se encontró con el empate de Marcelo, incursión supersónica, la última pared con Benzema y gol. Luego a Llorente se le escapó el 1-2, Casillas se jugó el tipo fuera del área con Susaeta y Mateu Lahoz indicó el descanso. Con la motivación por las nubes, gritara o no Mourinho en el vestuario, el Madrid sacó de centro y se fue al ataque. Penetró Kaká en el área rojiblanca, Iturraspe le agarró. Penalti. Cristiano lo clavó en la escuadra. El Athletic acusaba el esfuerzo más que la derrota, el Madrid se volcaba, buscaba el tercero. Así llegó el instante definitivo del partido, el momento crucial, cuando De Marcos, un todoterreno excepcional, zancadilleó a Özil cuando éste se disponía a disparar. Penalti y expulsión. Cristiano volvió a marcar.

Con diez desde el minuto 66, el Athletic no dejó de mirar hacia la portería de Casillas, a riesgo de sufrir un castigo mayor. Lo intentó; cayó en el área Ibai, que entró por Amorebieta. Le pisó Ramos. Mateu no vio el penalti. Continuó el partido, Higuaín, relevo de Benzema, tiró al poste y Callejón, que suplió a Kaká, hizo el 4-1 a pase del «Pipa». El Madrid ganó con los mejores, con los que construyen, con juego viril y modales. Terminada la primera vuelta, aventaja en 5 puntos al Barça, a pesar de los bandazos de Mourinho.

«Si aquí silbaron a los más grandes, ¿por qué no a mí?»
«Nunca me sucedió, pero para todo hay una primera vez», decía Mourinho respecto a los pitos que una parte del público dedicó al cántico habitual del fondo sur en apoyo a su entrenador. «Aquí silbaron a los más grandes, así que, ¿por qué no a mí? Zidane, el otro Ronaldo o Cristiano respondieron con su fútbol y yo espero hacerlo con mi trabajo y que un día se queden tristes ellos», insistió refiriéndose a la hinchada y al momento en que él se marche. Para negar que esté pasando sus peores instantes desde que llegó, el portugués le mandó un recadito a la afición: «¿Por qué iban a ser malos momentos? Estamos bien en Liga, en "Champions"y si caemos en Copa no será ante un equipo como el Alcorcón».



-- Ficha técnica:
4 - Real Madrid: Iker: Arbeloa, Ramos, Varane, Marcelo; Granero (Lass, m.73), Xabi, Özil; Kaká (Callejón, m.78), Cristiano y Benzema (Higuaín, m.67).
1 - Athletic: Iraizoz; Iraola, Javi Martinez, San Jose, Amorebieta (Ibai, m.61); Iturraspe, Herrera, De Marcos; Susaeta (Iñigo Pérez, m.67), Llorente (Toquero, m.61) y Muniain.
Goles: 0-1, m.13: Llorente; 1-1, m.25: Marcelo. 2-1, m.47: Ronaldo, de penalti. 3-1, m.67: Ronaldo, de penalti. 4-1, m.85: Callejón.
Árbitro: Antonio Miguel Mateu Lahoz, del Comité Valenciano. Expulsó a De Marcos (m.67), a Ronaldo (m.29), a Sergio Ramos (m.56)
Incidencias: encuentro de la primera jornada, aplazada en su día, de Primera División, disputado en el estadio Santiago Bernabeu ante unos 75.000 espectadores.