Historia

Moscú

La versión soviética de la Guerra Civil

En los años sesenta, la dictadura soviética escribió «Voina i rievolutsya», su versión de la guerra española. Sus tópicos aún se repiten 

La Pasionaria presidió la Comisión que hizo el libro «Guerra y Revolución»
La Pasionaria presidió la Comisión que hizo el libro «Guerra y Revolución»larazon

A mediados de los años sesenta, la dictadura soviética decidió que se elaborara una versión oficial de la Guerra Civil española. La obra, publicada en varios idiomas, fue editada en 1966 por la editorial Progress de Moscú. Su redacción se atribuyó a una comisión presidida por Dolores Ibárruri y en la que habrían estado integrados Manuel Azcárate, Luis Balaguer, Antonio Cordón, Irene Falcón y José Sandoval, todos ellos miembros del partido comunista. La obra, a pesar de lo que pretendía en su prólogo, no era ni lejanamente un estudio objetivo y documentado de la Guerra Civil española sino que, por el contrario, aniquilaba las versiones de la misma que sobre ella se habían alzado incluso en el bando derrotado sustituyéndolas por una versión canónica y oficial acorde con la visión de la URSS.

De esa manera, el texto –que abarcó varios volúmenes– abundó en no pocas de las mentiras propagandísticas que difundió, por ejemplo, Tuñón de Lara y que han seguido repitiéndose hasta el día de hoy. Así, por ejemplo, el carácter de ejército de Stalin que tuvieron las Brigadas internacionales quedó opacado por su presentación como un movimiento espontáneo de carácter anti-fascista.

De manera semejante, todos los grupos contrarios al Frente Popular fueron presentados como «reaccionarios» y «fascistas», una grosera mistificación de la realidad histórica. Igualmente, se trató de rescatar de la ignominia a personajes como el doctor Negrín – que pactó con Stalin la conversión de España en una dictadura sometida a la URSS – al que los mismos socialistas habían condenado como traidor. Al mismo tiempo, se minimizó la ayuda que Stalin entregó al Frente popular y, por el contrario, se subrayó la que había recibido Franco de Hitler y Mussolini.

El resultado fue una obra de propaganda propia del aparato soviético que, no obstante, no dejó de crear tensiones entre los que aparecían firmándola.

Excesos
Por ejemplo, Manuel Azcárate amenazó con abandonar el comité afirmando que habían cargado en exceso la mano. De manera bien significativa, han sido IU y el zapaterismo, unidos a sus aparatos mediáticos, los que en los últimos días han arremetido contra un diccionario biográfico debido a la Real Academia de la Historia en el que, con meticulosa exactitud, se orillan todos los mitos propalados por la URSS.

La reacción tiene una enorme lógica ya que, en no escasa medida, el esfuerzo de ZP y de la llamada Memoria histórica han discurrido en paralelo al modelo soviético de historias oficiales impuestas desde el poder político.

Incluso los contenidos son reveladoramente semejantes. Sin embargo, en esta ocasión, el intento ha fracasado. En la URSS, la versión oficial se imponía políticamente y convertía en apestados a los historiadores que no se doblegaban ante ella.

En la España actual, los historiadores rigurosos siempre han distinguido la verdad de la propaganda, y el reciente episodio relacionado con el diccionario biográfico sólo ha dejado de manifiesto que la Real Academia es un enclave de la historiografía rigurosa mientras que otros que acaparan subvenciones y cátedras no pasan de ser correas de transmisión de la propaganda política.