Sevilla

Economía oriental

La Razón
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Economía china: tú tienes dos vacas. El Estado de la República Popular te recuerda que, en realidad, las vacas no son tuyas. Después de trece años debatiendo al respecto, el estado decide que las vacas pueden ser «un poquito» tuyas y te conviertes en orgulloso propietario «privado». El Estado asigna dos mil cuatrocientos treinta y dos obreros para que se encarguen de tus vacas. Revisa el volumen de negocio y decide que, gracias a tus vacas, la tasa interanual de crecimiento y el producto interior bruto han aumentado un 12%. Las vacas argentinas están más
lustrosas que tus vacas. Copias y pegas su argentina imagen y, luego, las exportas… Economía japonesa: tú tienes dos vacas en el país del Origen del Sol. Metes a las vacas en tu casa. Como dentro no cabéis todos, sales tú y dejas dentro a las vacas. Te parece que rumian algo. Las vigilas estrechamente, pero no te enteras de nada. Les haces fotos y las estudias, aunque no llegas a ninguna conclusión lógica. Estás convencido de que, con dos vacas, se puede construir un imperio. Saludas cortésmente a las vacas cada mañana. Te inclinas ante las vacas antes de ordeñarlas. Te inclinas ante las vacas después de ordeñarlas. Te inclinas para ordeñarlas porque si no sería imposible ordeñarlas. Les regalas una foto del emperador, pero ellas ni siquiera la miran. Te parecen muy altivas, las vacas-san. Piensas que para que tu negocio prospere deberías exportar vacas, pero decides que antes tienes que importar unas cuantas vacas. Trabajas día y noche por y para tus vacas, pero tus vacas siguen obstinadas en seguir siendo vacas y tu negocio no prospera. Además, las vacas no se reproducen. Parece que han decidido no tener hijos porque son carísimos de criar. Sufres por tus dos vacas, solteronas y con poco futuro en los mercados internacionales. Escribes un haiku muy melancólico y luego te vas a tomar sake con otros ganaderos. Decides incorporar algunos componentes electrónicos a las vacas. Toyota te anima a que les pongas ruedas. Programas un videojuego y lo comercializas con la ayuda de Nintendo. Como las vacas «ocupan» tu casa, generas una burbuja inmobiliaria y el paro alcanza cotas estremecedoras de… ¡un 5%! Proyectas hacerte un harakiri por patriotismo, pero lo piensas mejor y ruedas unos dibujos animados sobre todo lo que te ha sucedido. Vendes los derechos a ochenta países. Te conviertes en millonario. Viajas a Sevilla. Olé.