«La fanciulla del west»: Puccini cabalga en Nueva York

Puccini estrenaba el 10 de diciembre de 1910, en Nueva York, su entonces última ópera. Se le ocurrió corresponder al encargo del Metropolitan con una obra basada en la pieza teatral homónima de David Belasco, con un tema muy americano centrado en la California del descubrimiento del oro.

Contó para el estreno nada menos que con Emmy Destinn, Pasquale Amato, Enrico Caruso y Toscanini a la batuta. Puccini se enamoró de la ciudad, pero nunca pudo volver a ella. Su ópera, de plena madurez, pasó décadas de olvido tras el éxito inicial y Stravinsky, entre otros, la calificó como «ópera a caballo». Lo cierto es que hoy se valoran, mucho más que su libreto y unidad en la estructura musical, unos hallazgos orquestales realmente avanzados en la ópera italiana de la época. Nueva York ha querido rememorar el centenario de un estreno que sirvió para colocar internacionalmente a su teatro de forma definitiva. Así, el Met ha programado un «revival» de la producción que firmara Giancarlo del Monaco en 1991, que es una de las mejores del teatro. La escenografía, muy espectacular, recrea el ambiente del Far West en tres de sus escenarios, el típico pueblo minero, su cantina y una cabaña en las montañas nevadas.

Debora Voigt reúne las complicadas características vocales para Minnie –graves, agudos y potencia–, pero el estar demasiado pendiente de un texto que no acababa de dominar la hizo entrar a destiempo más de una vez. Lucio Gallo tiene en voz y escena al personaje del sheriff. Giordani, tenor de la casa, impresionó en el registro agudo, que llega al «si bemol» en la partitura y quedó algo apagado en las cuatro frases graves que también existen. Muy adecuados los comprimarios y una briosa dirección musical de Nicola Luisotti, que no descuidó los pasajes más líricos pero que supo extraer la fuerza al poderoso y tenso segundo acto, lo mejor de la obra. La producción se verá en enero en varios cines de toda España.