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Unidad Nacional: Sarkozy apela a la firmeza
El presidente francés gestionó, desde la primera línea, el desenlace de la crisis, mientras los partidos se enzarzan en una batalla virulenta
PARÍS- Una sombra perseguía ayer a Nicolas Sarkozy. Y no era la suya. Más que nunca, su principal rival, François Hollande, anduvo pisándole los talones. Por si en un descuido, al presidente francés se le ocurría ejercer, en algún momento, de candidato. Precisamente, la calidad en la que el socialista, que no ocupa ningún puesto de responsabilidad en el partido, se pronunció ayer en cada una de sus intervenciones –casi simultáneas a las de Sarkozy– y asistió en Montauban a los funerales de los soldados paracaidistas asesinados la pasada semana. Como si se viera ya como el futuro jefe del Estado. En un tono solemne, Nicolas Sarkozy llamó ayer a la «unidad nacional» tras conocerse la identidad del presunto asesino de Toulouse. Un joven de convicciones salafistas, vinculado a Al Qaeda y que, atacando a varias comunidades religiosas, lo que ha hecho es asesinar ante todo, dijo el mandatario, «a franceses».
Añadió también que presidió esa ceremonia «para expresar a los familiares y a los amigos [de las víctimas] el apoyo y el homenaje de la nación», sobre la que dijo que le debe a esos tres niños y al resto de las víctimas el «no ceder a la venganza» y el no extrapolar lo sucedido a las creencias religiosas de su autor. «La muerte, para la que los soldados estaban preparados, no era ésta. Han sido víctimas de una ejecución terrorista», declaró en la ceremonia felicitándose por la imagen de «dignidad» que «una Francia unida» ha dado estos días. En total, seis candidatos a la Presidencia de la República asistieron ayer a los oficios fúnebres, entre ellos la líder ultraderechista Marine Le Pen, el centrista François Bayrou y la ecologista Eva Joly.
Esa misma unidad, ejemplar, es la que manifestaron ayer las principales autoridades del colectivo judío y musulmán de Francia tras ser recibidos en el Elíseo. Tanto el gran rabino, Gilles Bernheim, como el rector de la Gran Mezquita de París, Dalil Boubakeur, condenaron el asesinato «en nombre de una religión». Este último pidió ayer a las autoridades que lleven a cabo «acciones preventivas» para que este drama no se vuelva a producir.
El FN critica el «laxismo»
Sin embargo, a 38 días de la primera vuelta, la polémica vino a fisurar la ya maltrecha tregua electoral. Nada más confirmarse la pista islamista, Marine Le Pen acusó al Gobierno de haber subestimado el riesgo fundamentalista. «Ahora hay que librar una guerra contra los grupos político-religiosos extremistas que se desarrollan ante un cierto laxismo», aseguró la candidata del Frente Nacional, que ve así reforzadas sus tesis contra el islamismo y la inmigración, que son el credo principal de su partido, y que podrían darle réditos electorales en las próximas semanas.
La condena de la UMP, el partido presidencial, no tardó en hacerse oír. Su delegada general, Valérie Rosso-Debord, acusó a Le Pen de «instrumentalizar en su provecho los crímenes de Toulouse y Montauban». Un reproche que también hizo al candidato socialista, según quien, esta tragedia pondría de manifiesto que los franceses «piden más seguridad y protección». «Y yo me pregunto, qué ha hecho el partido de François Hollande durante estos cinco años (...) sino votar en contra de todas nuestras leyes».
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