España
Amigos por José María Marco
Hasta hoy, el 20 de noviembre era el aniversario del fallecimiento de dos personajes importantes de la historia de España. A partir de hoy, y si se cumplen los pronósticos, la fecha del 20 de noviembre estará relacionada con algo muy distinto, que no borrará lo anterior, pero le dará un matiz distinto. A eso se ha llegado no por un capricho del destino, ni por pura casualidad, sino por la voluntad de quien ha presidido el Gobierno en estos casi ocho años. Hace meses, y en vista de la situación, al todavía hoy presidente no le quedó más remedio que convocar elecciones. En vez de hacerlo en el plazo más breve posible, como era aconsejable, decidió diferirlas. Con un poco de suerte, tal vez la crisis económica escamparía. Además, y también con suerte, a lo mejor los etarras se decidían a proclamar la «paz». De la retirada de Irak a la «paz» en Euskadi (España importa poco en todo esto)… Seguro que el todavía presidente soñó con un Nobel, ya que no con el título, tan hermoso, que concedió Carlos IV a Godoy. No bastaba con eso. Había que rematar la ocurrencia y, para terminar el mandato con arte, volver a utilizar la Historia como argumento político, uno de los grandes motivos de estos años, esencial para comprender la naturaleza del proyecto que ahora culmina. Pues bien, la Historia se habrá vengado con la sofisticación de la que a veces hace gala. A partir de hoy, es probable que el 20 de noviembre signifique sobre todo el final político, no demasiado glorioso, para el mismo que escogió una fecha desdichada. Cada uno descansa en la compañía de su elección.
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