César Vidal
Pepiño «cierra cielos»
La llegada de ZP al poder trajo consigo la aparición en el primer plano de la política nacional de personajes dignos de la Corte de los milagros. Contamos así con un ministro de Trabajo que ha disparado la cifra de desempleo como no se ha conocido en la Historia de España; una ministra de Igualdad que combate a diario por consagrar la desigualdad más ridícula y arbitraria entre hombres y mujeres; una ministra de Economía que no pasaría de un cero con cinco si la examinara de la materia cualquier profesor que no fuera compañero de partido; una ministra de Vivienda que ha conseguido que millones de pisos sigan sin venderse mientras el precio continúa artificialmente alto; un ministro del Interior esencial para que se escapen los etarras del Faisán y se desarticule a las víctimas del terrorismo o una ministra de Defensa que desmantela las fuerzas armadas. Pocas veces fueron los cielos testigos de prodigios semejantes. Pues bien, entre semejante elenco esta semana destaca José Blanco –popularmente apodado Pepiño– que, siendo ministro de Fomento, ha decidido cerrar el espacio aéreo de España durante la huelga general del próximo 29. Personalmente, estoy convencido de que la huelga sería un fracaso clamoroso si no existieran unas «bandas de la porra» que amenazan a los trabajadores que quieren trabajar. Seguramente, los liberados sindicales se sumarían a la huelga, pero como no se les suele ver mucho por los lugares donde se trabaja no se percibiría. En una situación así, el gobierno de ZP se encuentra atrapado en un dilema. Si permite a los sindicatos ejercer su comportamiento habitual de coacción piquetera, puede dar la sensación de que lo han derrotado. Si, por el contrario, deja que se cumpla la ley y los sindicatos demuestran por enésima vez que no tienen poder de convocatoria ni sobre sus liberados, ZP tendrá que justificar el por qué nos vacía los bolsillos para mantener semejantes castas que a nadie representan y que tan caras resultan. Ignoro qué decidirá finalmente el dirigente máximo del desbarajuste, señor de los ridículos y factotum de las calamidades, pero Pepiño ha decidido cerrar nuestro espacio aéreo según he podido comprobar tras telefonear a diversas compañías extranjeras. El 29, España estará aislada aéreamente simplemente porque el ministro de Fomento en contra de su obligación más elemental ha decidido ponerse el traje de Pepiño «cierra cielos». Las razones para tal conducta pueden ser diversas. Quizá Pepiño es sólo el servil acólito de ZP, como lleva siéndolo años –¿cómo hubiera ascendido tanto sin ZP?–, o quizá ha terminado creyéndose las voces de aquellos que le dicen que si ZP es jefe de gobierno, él también puede serlo. De ser lo último, Pepiño ya habría entrado del todo en la traición y pretendería perpetrarla apoyándose en los sindicatos. Sea como sea, mi consejo a los ciudadanos honrados es que el 29 echen mano de cualquier aparato capaz de grabar y dejen constancia de todo acto de violencia o coacción protagonizado por los piquetes sindicales para, acto seguido, llevarlo al juzgado correspondiente. Decía Pablo de Tarso que el que no quiera trabajar que tampoco coma y ya está bien de unas castas que viven de nuestro sudor y no sólo no destacan por su laboriosidad sino que además siguen empecinadas en una política que ha enviado al paro a millones de españoles.
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