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Cuestión de estilo

La Razón
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Hace unos meses escribí un artículo en estas páginas a favor de que Francisco Álvarez Cascos fuese el candidato del PP a la presidencia del Gobierno de Asturias. Creí que era buena solución aunque la realidad es que el ex secretario general no ha hecho las cosas como debía. No pidió sino que exigió. No intentó el acercamiento a sus contrarios sino que se distanció de ellos. No aceptó la propuesta de integración porque a lo que él estuvo acostumbrando siempre es al ordeno y mando. Se creyó en el derecho de poner y quitar candidatos pero le ha molestado sobremanera no ser el elegido. Argüir que uno se siente desamparado ante las críticas de otros es un planteamiento tan infantil como fantástico. Nunca pensé que Cascos necesitara de nadie para defenderse de terceros.

Hay muchas maneras de hacer las cosas y creo sinceramente que el dirigente asturiano ha elegido la peor. Es su forma de ser, tan diferente de quienes, como Acebes o Zaplana, también discrepaban pero prefirieron apartarse discretamente sin aspavientos y sin hacer daño. La grandeza está en algo más que en protagonizar ruedas de prensa impropias de quien asumió tanta responsabilidad otrora.

Cascos se ha ido del PP muy a su estilo: con mucho ruido y general escándalo. Haciéndole un favor extraordinario al socialismo que dice combatir y perjudicando sobremanera a los votantes de «su» partido.