Escultura
Un faro llamado Antoni por Elvira González
Es un honor haber colgado la última exposición de Tàpies, aunque lo más triste sea saber que él ya no la ha podrá ver. Se nos ha ido mucho más que un creador: Tápies era un faro porque su creación excedía lo meramente escultórico, la pintura, era un hombre del que aprender a través de la ética de su trabajo, un pensador con las ideas claras, un ser lúcido hasta el extremo y hasta el último momento. Cada vez nos quedamos más huérfanos, aunque siempre repito una frase cuando uno de los grandes fallece: que el arte no muere: desaparecen los artistas, se van muriendo porque es ley de vida, pero les sobrviven sus obras. Ahí están grandes compañeros de generación que nos han dejado su legado: Palazuelo o Chillida, por ejemplo. En su caso, además, nos lega una obra abundante porque trabajó mucho y hasta hace muy poco. Bien es verdad que la intensidad física no era la misma, pero pictóricamente cada tela, cada papel llevaba impresa su huella. Fue un artista de obras maestras, capaz de transmitir su creatividad a través de su sabiduría y su conocimiento. Un ser incapaz de perder la ilusión, completísimo, que tocó muchas teclas. De él me llevo un recuerdo de amigo y me quedo con su espiritualidad su rigor. Para mí ha sido un previlegio tenerle cerca. Y haber sabido aprender de él.
Elvira González
Galerista
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