África

Libia

Gadafi frena el avance rebelde

Cuando los rebeldes parecían imparables y Gadafi casi acabado, las fuerzas del coronel han vuelto a ganar posiciones en el oeste y han conseguido detener el avance por el este, que es actualmente el frente fundamental de la batalla por Libia.

Varias mujeres celebran en Trípoli las victorias del bando pro Gadafi al este y oeste del país
Varias mujeres celebran en Trípoli las victorias del bando pro Gadafi al este y oeste del paíslarazon

Las fuerzas gubernamentales y los revolucionarios siguen enfrentándose en las ciudades occidentales de Misrata y Al Zauiya, donde se han dado los combates más violentos durante el fin de semana. En la capital, Trípoli, la situación permanece en calma tensa, aunque ayer se pudieron oír disparos, supuestamente en celebración por la toma de Misrata y Al Zauiya por los hombres de Muamar Gadafi, algo que los rebeldes negaron rotundamente.

 El Gobierno revolucionario con sede en Bengasi aseguró que esas dos localidades están bajo control rebelde, así como Tubruk, la localidad más oriental de Libia, y Ras Lanuf, donde se sitúa ahora la línea de batalla. Los revolucionarios habían conseguido superar el enclave petrolero, tomar la ciudad de Ben Yauad e incluso alcanzar Nufilia, a unos 120 km de Sirte, tal y como explicaba ayer el responsable del frente del este, el coronel Bashir al Magrebi. Pero poco después, las fuerzas de Gadafi lanzaron un contraataque, dirigido por brigadas de élite que el dictador habría desplegado en el Valle Rojo, situado en el camino que lleva a Sirte y desde donde los gubernamentales tendieron una trampa a los rebeldes, forzados a retroceder hasta Ras Lanuf.

Allí se encuentra ahora la retaguardia de los revolucionarios, con un centro de reclutamiento y de aprovisionamiento, sobre todo de municiones, situado a la entrada de la ciudad costera. Esta base militar improvisada y almacén de armas y comida fue ayer el objetivo de reiterados ataques por parte de los aviones de Gadafi, que fallaron el blanco, o lo evitaron como han hecho hasta ahora en sus incursiones. Los aviones son bombarderos de fabricación soviética, según demuestran las letras cirílicas en el fuselaje de uno de ellos, el que los rebeldes consiguieron derribar el sábado en el desierto de Ras Lanuf. El piloto que iba a bordo, supuestamente serbio, yacía carbonizado junto a los restos de su avión y era mostrado por los rebeldes como trofeo de guerra: los que hasta hace pocos días eran simples civiles, ahora se encuentran cómodos en sus trajes de camuflaje, manejando las armas y disparando al aire sin parar las metralletas y baterías antiaéreas que les hacen sentirse invencibles, al grito de «Alá es grande».

Sería un Ejército de 8.000 hombres, según el coronel magrebi, que asegura que están mejor preparados y son más poderosos que las fuerzas del dictador. Lo que es evidente es que los rebeldes han dejado de ser jóvenes espontáneos que se manifiestan contra el régimen y por la democracia y han pasado a ser guerrilleros. Éstos se han hecho de repente con una ingente cantidad de armas, que van transportando y acumulando en Ras Lanuf, hacia donde marchaban anoche incluso algunos tanques, aunque su principal fortaleza sigue siendo su valentía y su inconsciencia. Los jóvenes del este de Libia son los que están luchando y están dispuestos a morir: no tienen miedo porque no tienen nada que perder, dicen. Mohamed es uno de ellos: tiene 26 años, hasta ahora contribuía a la revolución controlando un edificio en Bengasi, pero ayer se puso la vestimenta militar, cogió un fusil y se fue hacia el frente. Al igual que él, muchos otros en toda la Cirenaica, en este juego que ha empezado a ser una guerra de verdad.

Por su parte, Gadafi no está dispuesto a dejarles penetrar en su región, y menos aún alcanzar su feudo, Sirte, que los rebeldes seguían dispuestos a conquistar a última hora de ayer, a pesar del retroceso y las pérdidas humanas. Según el coronel Bashir, hacerse con el control de Sirte llevará todavía unos días. Los rebeldes estarían negociando con las tribus para obtener su apoyo, pero todavía no habrían cerrado un trato, y éstas serán fundamentales en el control de la región central de Libia, donde Gadafi tejió una red de poder muy compleja y resistente.