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La vía comunitaria por Jaume Duch Guillot
A grandes males, grandes remedios. La decisión de los gobernantes de la zona euro de sortear el veto británico poniendo en marcha un acuerdo intergubernamental que permita la coordinación fiscal y presupuestaria indispensable para hacer frente a la crisis supone una apuesta muy fuerte por la Unión Europea, pero también podría llevar a cambios importantes en su naturaleza.El Parlamento Europeo examinará los resultados de la cumbre durante la sesión plenaria del próximo martes, a la que ha invitado a comparecer a los presidentes Van Rompuy y Barroso.
Será una buena oportunidad de arrojar luz sobre unas decisiones cuyas consecuencias reales no son fáciles de predecir. El fondo del acuerdo es sin duda positivo. El propio presidente del Parlamento, Jerzy Buzek, lo ha calificado ante los miembros del Consejo Europeo como la «señal fuerte» que se necesitaba, si bien recordó también que los diputados eran más partidarios de explotar al máximo todas las potencialidades de los actuales Tratados que de volver a modificarlos. La decisión de redactar un acuerdo internacional al margen del Tratado de Lisboa permite romper el cerrojo de la unanimidad, que tantas veces había impedido los avances deseados por una mayoría de Estados, pero abre interrogantes que preocupan a la mayor parte de los grupos parlamentarios de la Eurocámara. No tanto por la creación de una Europa a dos velocidades, que de hecho ya existía (Schengen, el euro, la política social) sino por el peligro de que las medidas de control presupuestario o fiscal aplicables a los países de la «alta velocidad» se tomen a través de procedimientos poco transparentes o sin el pleno control democrático que solo los Parlamentos pueden garantizar.
La decisión de optar por la vía intergubernamental viene acompañada del compromiso de incorporar el nuevo texto al Tratado de la UE tan pronto como sea posible. Razón suficiente para que en la redacción del acuerdo participen también el Parlamento Europeo y la Comisión, quienes mejor pueden garantizar que el nuevo texto es plenamente compatible con el método comunitario y respeta el papel de cada institución europea. De lo contrario las dos velocidades se convertirán en dos vías paralelas de imposible convergencia.
El salto delante del pasado viernes es seguramente esa señal fuerte de que los Gobiernos han entendido que también en el terreno económico la única manera eficaz de seguir ejerciendo la soberanía nacional es compartiéndola. Ahora es importante que vuelvan cuanto antes a la vía comunitaria, la única que realmente asegura la igualdad de los Estados y por ende de sus ciudadanos. La otra vía no lleva a ninguna parte.
Jaume Duch Guillot
Portavoz del Parlamento Europeo
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