Actualidad

Soraya la mala por Pedro Narváez

La Razón
La RazónLa Razón

Todo se remonta a 2010. Entonces vi por primera vez a Soraya R. Estaba entre los cooperantes liberados en Mauritania, vestidos de beduinos chic. Quién lo diría. Tenía ese aspecto anónimo de los figurantes que nunca llegarán a ser populares a no ser que una cámara los enfoque al despiste en un incendio. Pero salir en pleno desierto rodeada de unos señores con turbante ya era algo para señalar en el currículum de la fama. Cuando volvió a aparecer como «partenaire» de Rubalcaba en el Congreso, uno recordaba aquel halo pijo buenista al estilo de Isabel Coixet –las mismas gafas– de la que la propia protagonista me sacó con una sonora bofetada: en la tribuna del Congreso levantó la voz y la mano y empezó a disparar con los parados y los pensionistas como fardos de su trinchera. Ahora Soraya R. es para el vulgo Soraya la mala. Las sorayas, como en su tiempo las tamaras, la cantante y la hija de Margarita Seisdedos, están divididas entre lo auténtico y la parodia, y tendría gracia si no fuera porque el argumentario de la mala es en realidad una cicuta para los cinco millones de personas que sólo esperan que las cifras se suiciden y les saquen del INEM. Me lo decía un taxista que oía la COPE y hablaba de los políticos como si fueran invitados de «Sálvame»: la que está hablando es Soraya la mala, comentaba, en contraposición a la que «Newsweek» ha colocado entre las más valientes del mundo. Y es que hace falta valor. Las malignas siempre han gozado de buena fama, de la madrastra de Blancanieves a María Antonia Iglesias o Clitemnestra, la maldad vende a un ser inteligente que a su muerte se llama justicia poética, pero a Soraya R. le dicen la mala no por su tendencia al lado oscuro –aunque llamara abuelo cebolleta a Felipe González ,que no se habla así a las personas mayores – sino porque aún está de prácticas en el «pressing catch» del Congreso y porque sus eslóganes no sostienen una pancarta. «Bruselas nos estrangula y el Gobierno lo acepta», fue la última de sus frases, anteayer. ¿Qué querría decir? ¿Se puede ser más mala?