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El desengaño del humanista

Antonio Orejudo (Madrid, 1963) contesta correos electrónicos de sus alumnos desde una flamante tableta iPad. Es profesor de Filología Hispánica en la Universidad de Almería, pero antes lo ha sido de Literatura española en universidades de Estados Unidos. «Es que es una asignatura no presencial –explica–, y tengo que contestar dudas de alumnos por e-mail».

La Razón
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Cifuentes, el protagonista de su última novela, se presenta un día ante un Antonio Orejudo del otro lado del espejo. Vuelven a verse al cabo de muchos años en los que Cifuentes ha enseñado en EE UU, donde todas sus certezas se hacen añicos, y busca plaza en España. «Todos los hechos son de verdad si funcionan en el relato», dice preguntado por la autobiografía.

Una de las columnas de la vida de Cifuentes que se resquebraja es su profesión, el mundo académico. «Yo la sufro en primera persona, creo que una vez el humanismo estuvo en el centro del conocimiento, y que era incluso sexy, pero ha sido barrido del interés social hasta ocupar un lugar marginal», dice Orejudo, que cree que no toda la culpa es de la sociedad.

«Los humanistas han fracasado a la hora de dar respuestas. Hoy, quienes contestan a quiénes somos, de dónde venimos o adónde vamos son los científicos. Los pensadores han rendido culto a la oscuridad. Son algo que espanta porque, como no han logrado ser profundos, han optado por ser oscuros», reflexiona.

«Se escribe por vanidad»

Aún queda otro desengaño. «A los humanistas les teníamos en un pedestal, porque predicaban la superioridad del hombre y sus valores. Pero han resultado ser mezquinos, víctimas de las pasiones más terrenales, de las envidias, hasta cotas sub humanas», dice, y esta vez sí lo parece, con algo de conocimiento de causa. Éste es una asunto clave en la trama novelística, pesimista y humorística a partes iguales. «El punto de decepción sí es auténtico, no es una pose», aclara. La pregunta es el papel que ocupa la superabundancia de novelas en este momento de crisis de las letras. Y Orejudo no tiene una respuesta complaciente: «Es por vanidad. Cuanto más bajan los principios humanistas, más sube la vanidad. Hay quien piensa que se alcanza la gloria a través de la novela y eso es una ingenuidad. Pero éste es un país de vanidosos. Todos estamos enfermos de vanidad», asegura.


«Un momento de descanso»
Antonio Orejudo
TUSQUETS
241 páginas. 17 euros.