Sevilla

«Que se besen que se besen»

El presidente andaluz se acerca a saludar al dimitido consejero de Gobernación para buscar un golpe de efecto: «Pizarro es mi compañero». 

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Acabó el presidente de la Junta su última réplica al jefe de la oposición, sacudió los papeles con urgencia, se metió la cartera debajo del brazo, y salió a trote expeditivo de su escaño, como aquella vez en la que dejó a Arenas con el brazo tonto cuando se acercó a entregarle un cuadernillo con las propuestas anticrisis del Partido Popular. Entonces Griñán no quiso foto. Faltaba paso y tres cuartos para el Congreso extraordinario del PSOE de marzo de 2010 que lo iba a hacer secretario general. Por eso se dio la media vuelta y se largó.

Ayer sí que quería los flashes. Cuando se dispuso a cruzar la Cámara, todo el mundo sabía ya a quién se dirigía, y mientras se acercaba a uno de los córner, la bancada popular ya coreaba el «¡que se beeesen, que se beeesen!». La sacudida de manos con Pizarro, como la que hacen los jugadores de béisbol después de enganchar una buena bola, sonó a golpe hueco. A madera con madera.

Es que, como dijo el torero, lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible. Hay cornadas que no sanan en una semana larga por mucha piel dura que tenga el diestro. Pizarro, el del saludo obligado, es el mismo que el lunes de la semana pasada presentaba su dimisión como consejero de Gobernación y Justicia vía fax, al conocer que el presidente andaluz iba a cesar, vía BOJA, a uno de los suyos: el delegado de la Junta en Cádiz, Gabriel Almagro. La «espantá» abrió al partido en canal y engalló a un nutrido grupo crítico que quiere que haya relevo de capitán al frente del Partido Socialista en Andalucía. Pizarro es también el mismo que el sábado, en Conil de la Frontera, junto a González Cabaña y Manuel Chaves –el trío que se saltó a Griñán y propuso a González Fustegueras como candidato alternativo en Jerez en la famosa comida del pollo con tomate de Benalup–, dijo que el presidente de la Junta, para él, seguía siendo Chaves.

Por todo esto, suena a hueco, a madera con madera, que Griñán dijera ayer desde su escaño que Pizarro es su «compañero» y que comparte la andanada de que Chaves es el presidente verdadero porque «la historia de la comunidad no se podrá escribir jamás sin su aportación».
Pizarro se quedó en el escaño, con el pintalabios de la humorada plantado en los morros. Al minuto ya debería tener los primeros comentarios de la jugada en su móvil porque se levantó a atender la chicharra. Cosas de la política. Y que no son nuevas. A los políticos se les entiende cuando uno lee lo que hacen y lo que dicen al revés de como lo hacen o como lo dicen. «Comparito, ¿todo ese ‘enfao' es ‘verdá' o conversación?», pregunta un personaje de Galdós que observa a los encendidos doceañistas saltar en el atril. En el PSOE el enfado es verdadero, por mucho saludo al córner que se marque Griñán.