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Señor conde por Lucas Haurie

La Razón
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Los políticos en general y los diputados autonómicos en particular, su discurso vacuo dicho con un ojo en la doble instancia del tribunal de la Inquisición contemporánea (los meapilas de la corrección política y los savonarolas de las redes sociales), deben ser para los librepensadores un referente de universal refutabilidad. En román paladino: si todo el arco parlamentario andaluz, basura hipocritona, se rasga las vestiduras ante unas declaraciones de un ciudadano, habrá que colegir que el susodicho ha hablado con verdad. Tanto menguado intelectual rasgándose las vestiduras al unísono sólo puede ser consecuencia de una formidable bomba en el corazón del ideario dominante, depravado por blandengue. Y, repasada en Youtube la entrevista al conde de Salvatierra, hay que darle la razón porque ante la contemplación de un individuo joven que no vislumbra otro futuro que el azadón, no cabe más que maravillarse por su analfabeta resignación. Si nuestros próceres regionales están satisfechos con la legión de vasallos sin formación ni perspectivas que puebla Andalucía, que sigan con su obra. Uno esperaba que 35 años de democracia sirviesen para borrar estos clichés decimonónicos pero no ha habido voluntad. Se vive muy bien en el Parlamento, sin otra actividad que la retórica trasnochada contra los terratenientes.