Los Ángeles

El último verano de Gore Vidal

Cáustico, contestatario, azote de intelectuales y crítico feroz con la política de EE UU, el escritor murió ayer solo en su casa de Hollywood. Se definía como un «caballero zorra»

MIRADA INCISIVA «No cambiaría un ápice de lo que he vivido», dijo Gore Vidal
MIRADA INCISIVA «No cambiaría un ápice de lo que he vivido», dijo Gore Vidallarazon

Todavía recuerdo con precisión a Gore Vidal en el Círculo de Bellas Artes de Madrid a mediados de los noventa. Un cuarto de hora antes del inicio del acto ya no quedaba un asiento libre; la presentación de sus «Memorias» se había organizado como una suerte de diálogo con el público de acuerdo al modelo pregunta-respuestas. Durante más de una hora se enfrentó a todo tipo de cuestiones, desde las eminentemente literarias hasta aquellas de carácter político y también hubo lugar para la anécdota cuando alguien preguntó quién tenía más de quién, si Gore Vidal de «Ciudadano Kane» o «Ciudadano Kane» de Gore Vidal. Pero si alguna dejó ver al verdadero Vidal fue la formulada por un joven de unos 15 años sobre la libertad y el futuro que le esperaba a alguien como él. Su respuesta, desde mi punto de vista, fue tan ácida y corrosiva como era de esperar, llegando a cuestionar alguna de las actuaciones de su presidente, y demócrata como él, Bill Clinton. Otros, sin embargo, consideraron sus respuestas edulcoradas y descafeinadas, sin la mordiente de sus obras literarias o artículos de opinión política. En lo que todos coincidíamos era en el carácter polémico de su intervención, no en vano, «polémico» es uno de los adjetivos que mejor podría definir a este personaje –en el más positivo sentido del término– que llegó a ser considerado el ciudadano más popular de los Estados Unidos. Entre las polémicas más sonadas, la que mantuvo con Capote –a quien apodaba «cara de feto»– y el enfrentamiento que tuvo –lanzamiento de vaso de agua incluido– con Norman Mailer. Incluso su confesado encuentro sexual con Kerouac –también mantuvo relaciones con Anaïs Nin– estuvo sujeto a especulaciones de todo tipo.

Voz de «Los Simpsons»
Como si fuera un hombre del Renacimiento, resulta complicado abarcar su compleja, variada y extensa trayectoria profesional. Uno solo de los acontecimientos y actuaciones que salpican su biografía sería definitorio en cualquier otro ser humano; sin embargo, en el caso de Gore Vidal, casi se reduce a la categoría de anécdota. Así se entiende, por ejemplo, que participara de forma muy activa en el guión de la película «Ben-Hur» o que hiciera un cameo en «Roma», de Fellini. A fuerza de ser popular e iconoclasta, incluso apareció en un capítulo de «Los Simpsons» prestando su voz. No resulta aventurado afirmar que Harold Bloom, Noam Chomsky, y Gore Vidal son los tres nombres fundamentales y referenciales del panorama intelectual norteamericano de entresiglos.

Pero si ocupa un lugar en la historia es por su legado literario y su activismo político. Su primera novela, «Williwaw» (1946), de contenido autobiográfico, en la que narraba sus vivencias en el ejército, se convirtió en un auténtico «best seller» y lo popularizó como escritor. Pero fue «The City and the Pillar» (1948) la novela que marcó tanto su posterior discurrir literario como su posterior implicación política. Se trata de un Bildungsroman cuyo protagonista, Jim Willard, reconocerá abiertamente su homosexualidad. La tradicional sociedad norteamericana del 46 entendió el libro como un verdadero escándalo y en posteriores obras Vidal utilizó distintos pseudónimos como Edgar Box o Cameron Kay (años más tarde también firmó como Katherine Everard). El «New York Times» no publicó reseña alguna de la obra y poco menos que declaró a Vidal persona non grata negándose a reseñar, durante años, obras posteriores. Buena parte de sus novelas se caracterizan por el contenido, sustrato si se prefiere, eminentemente político. «Washington D.C.» (1967) retrata la sociedad americana durante el tiempo del presidente F. D. Roosevelt; Hollywood (1990) es el título más interesante de los siete incluidos en la denominada «Narrativa del Imperio» y publicados entre los años 1967-2000. En la novela aparecen como personajes distintos presidentes norteamericanos.

No le debía resultar difícil revelar entresijos presidenciales. Su involucración política –se presentó en repetidas ocasiones como candidato al Senado– y el trato personal con algunos presidentes, sobre todo con John F. Kennedy, propició que conociera de primera mano los entresijos del poder. Demócrata por tradición familiar –su abuelo fue senador por Oklahoma– y convicciones políticas, Vidal fue un reconocido enemigo de los republicanos en general y de George Bush Jr. en particular. Especialmente controvertidas son sus teorías sobre la II Guerra Mundial y el lanzamiento de la bomba atómica. Aseguraba el escritor que el presidente Roosevelt conocía sobradamente los planes japoneses para atacar la base de Pearl Harbour y que no hizo nada por impedirlo para de esta manera poder entrar en la coalición aliada en la guerra. En cuanto al lanzamiento sobre Hiroshima, aseguraba que los japoneses buscaban la rendición pero que Truman estaba dispuesto a lanzar la bomba atómica a cualquier precio para demostrar la superioridad americana sobre el comunismo. Murió ayer, en su residencia de Hollywood, en Los Ángeles. Tenía 86 años muy vividos.