India
«Kama Sutra» o la historia de un fiasco por César VIDAL
Estoy seguro de que la primera vez que vi un ejemplar del «Kama Sutra» fue durante mi época de adolescente. Me llamó la atención la portada, no porque reprodujera algo lejanamente erótico, sino por el exotismo que ella presentaba. Tiempo después, intentando saber de qué iba el libro –el título no me decía nada–, me encontré con alguna sonrisita malévola del tipo de «pillín, pillín». Así, escuché que se trataba de un tratado de técnicas sexuales. Lo sería, pero la primera vez que abrí sus páginas no di con nada que se le pareciera. Temo que muchos de los lectores del «Kama Sutra» hayan experimentado esa misma desilusión y se les haya caído de las manos una gran obra.
Vatsyayana escribió el Tratado del amor –que es lo que significa en sánscrito kama sutra– en el siglo IV a. de C., impulsado por una finalidad eminentemente práctica. El matrimonio en la India era concertado entre los miembros de la misma casta y, como no resulta difícil imaginar, los cónyuges no tardaban en considerarlo un yugo demasiado pesado. Vatsyayana decidió, pues, escribir un libro que convirtiera la convivencia en más sugestiva.
Por supuesto –y así lo expresa en sus capítulos–, de la esposa se esperaba que llegara virgen al matrimonio y nadie debía cuestionar los arreglos conyugales realizados por los padres. La homosexualidad o la prostitución eran conductas que se marcaban como intolerables, pero lo suyo era que los esposos aprovecharan el sexo. Ciertamente, la distancia entre el «Kama Sutra» y la revolución sexual es abismal, aunque no menor es la que media entre sus máximas y las que consideran que el sexo solamente es lícito cuando entraña la posibilidad de la concepción. El libro venía a situarse en una especie de puritanismo que afirma que las relaciones sexuales sólo son lícitas en el seno del matrimonio, pero, llegados a ese punto, disfrutemos lo más posible. Ni punto de contacto con lo que pensaban los que compraron los primeros ejemplares en español.
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