Sevilla
Los barones rompen el pacto de silencio sobre la sucesión
¿Pacto de silencio? Imposible, hablamos del PSOE. En estas siglas la afasia no suele durar más de un par de semanas, lo pida quien lo pida. Cuando soplan aires de cambio, de descomposición y fin de ciclo, no hay quien haga callar a la inquieta militancia.
Así tan sólo dos semanas después de que Zapatero recomendara a sus huestes en Zaragoza que se dedicaran a hablar del futuro de España y no del futuro del PSOE, el presidente de Castilla-La Mancha volvió ayer a la carga. Y no fue el único. Le siguió el alcalde de Toledo, Emiliano García Paje, pero también el extremeño Guillermo Fernández Vara. Regresa, pues, el debate sucesorio en las horas previas a la segunda gran cita preelectoral del PSOE, la convención municipal, que se inauguró ayer en Sevilla. Y no es el único asunto, como decíamos el jueves, que sacará de los focos al municipalismo porque el impenitente Tomás Gómez promete hacerse notar durante el fin de semana, después de que Ferraz, en lo que el PSM ha interpretado una provocación, decidiera subir el domingo al cartel de la clausura a Jaime Lissavetzky junto a Zapatero para dejar claro de qué lado está la dirección federal en el pulso que se libra en la indómita federación a cuenta de las listas electorales. De momento, el ex alcalde de Parla ha dicho a Ferraz que no se meta en sus asuntos y ayude al PSOE a ganar las elecciones.
Por partes. Barreda, el hombre que primero habló de un necesario cambio de Gobierno, después de la limitación de mandatos y más tarde invitó a Zapatero a desvelar su futuro inmediato, ayer reiteró: «Es absolutamente suficiente estar ocho años en la presidencia de un gobierno, tiempo suficiente para desarrollar todo un programa». Por si había dudas de quién hablaba, apostilló: «Cuando llegue 2012, José Luis Rodríguez Zapatero llevará ocho años».
Sus palabras no sentaron bien en Ferraz, donde no entienden qué beneficio obtiene el castellano-manchego con su contumacia. La relación del círculo más cercano a Zapatero con Barreda se ha deteriorado notablemente en los dos últimos años. En Toledo dicen que porque el Gobierno no ha cumplido sus compromisos con aquella Comunidad Autónoma; en Madrid, que porque Barreda ha decidido desmarcarse ostensiblemente del Gobierno porque cree que así obtiene mayor rédito electoral. Con el extremeño Guillermo Fernández Vara, al contrario que con Barreda, no hay ni un solo roce, y por eso se entiende menos que insista en el tema.
El extremeñño calificó ayer de «asunto difícil» el futuro del presidente del Gobierno y dijo no desear estar «en su pellejo». Aún diría más, que una de las claves de la crisis económica es que se lo «va a llevar por delante injustamente». Luego, enfatizó que quiere participar en las decisiones sobre la sucesión, pero se desmarcó a renglón seguido de la carrera sucesoria.
Aún habría otra voz que se sumaría al coro, la del alcalde de Toledo, Emiliano García Page, que declaró que el presidente «tiene asumido no ser candidato». Y es que cree que «quien está ejerciendo el poder y va a ser candidato no tiene problema ninguno en decirlo».
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