Cataluña

Hipócritas y cobardes

La Razón
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Decía mi abuelo que si le cambiaban la historia que había vivido no se hará con la que no conoció. Eso mismo me pasa a mí al oír resucitar algunos temas.
Cuando asumí la defensa de Rodríguez Galindo, supe que me enfrentaba a la situación más difícil con la que puede encontrarse un abogado. Cuando el General, en el juicio, juró por su honor que jamás dio la orden ni de secuestrar ni de asesinar a Lasa y Zabala, sé que dijo la verdad y que de eso era inocente. Por otra parte, me encontraba ante un sumario donde se entrecruzaban intereses de los más variados y sujetos de lo mas sospechoso, dispuestos a dar una verdad oficial que luego nadie pudiese o se atreviese a revisar. Mi tarea era casi imposible; lo sabía yo, lo sabía Rodríguez Galindo y lo sabían quienes construyeron esa historia y sabían que mi defendido por su concepto del honor y del patriotismo cumpliría la prisión o lo que se le viniese encima, tal y como él dijo «como un servicio más a España».
Mientras, Rodríguez Galindo siguió deteniendo a terroristas, y, si un día ETA acaba, gran parte se le deberá a él y a sus hombres.
Para otros quede la cobardía de un sector de la izquierda y la hipocresía de un sector de la derecha.
Yo sé que Galindo es inocente, lo saben otras gentes, perdimos porque era imposible ganar, pero lo hicimos con honor, aunque alguien no lo entienda.