Constitución

Acelerón reformista y liberal

La Razón
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Vivimos jornadas que marcarán en buena medida las posibilidades del país de remontar la grave crisis que atravesamos y que nos obliga a todos los españoles a esfuerzos extraordinarios, pero imprescindibles. El Gobierno entendió de forma adecuada desde su toma de posesión que el riesgo de la tibieza y la vacilación en el proceso de cambios era una condena al fracaso. El Consejo de Ministros aprobó ayer un nuevo plan de reformas que incluye 20 nuevas leyes para el segundo semestre del año. La batería de propuestas presentadas por la vicepresidenta Sáenz de Santamaría es tan ambiciosa como ineludible y supone otra intervención positiva contra la parálisis, el anquilosamiento y la resignación en la actividad del país. Son normas que afectan a los ámbitos de las administraciones públicas, área tributaria, de empleo y Seguridad Social, liberalización de la economía, unidad de mercado, sector energético, competitividad y educación. Especialmente relevantes por su incidencia en la economía y en la racionalización de las estructuras públicas son la liberalización del comercio y la reforma competencial de las entidades locales. Esta aceleración reformista fue bien recibida por los mercados, pero lo sustancial es que deben configurar un marco más eficaz y seguro sobre el que asentar la recuperación.

El Gobierno llama a un esfuerzo que debe ser respondido de forma colectiva y solidaria. No tendría sentido que los ciudadanos asuman sacrificios excepcionales mientras los gobernantes regionales se obstinan en rehuir sus deberes. No puede ser así y no lo será. Hay instrumentos políticos, jurídicos y financieros para que los díscolos entren en razón. Se trata de poner el interés general por encima de cualquier otro. El Rey fue ayer concluyente en este punto. En su intervención en el Consejo de Ministros informativo apeló a la unidad «con la mira puesta en el bien común de todos los españoles». Fue la suya una intervención de fe y confianza en España y de compromiso con el esfuerzo nacional frente a la adversidad. Don Juan Carlos destacó ante el Gobierno la capacidad de «una sociedad madura que sabe responder con responsabilidad, solidaridad, templanza y espíritu de sacrificio cuando las circunstancias lo exigen». Palabras cargadas de razón. Nuestro país tiene el tremendo potencial de sus gentes, pero es preciso, obligatorio, que los gobernantes sean capaces de estar a la altura de los gobernados. El Rey puso también el acento en un principio fundamental: la salida de la crisis debe ser para todos. «Nadie puede quedar excluido, especialmente los jóvenes y quienes sufren la desazón de la falta de empleo y de perspectivas de futuro». Por tanto, no hay tiempo ni lugar para políticas cortoplacistas y políticos de vuelo bajo. Hay que dar la cara sin matices ni excusas. Nos jugamos demasiado.