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Vigencia de Cádiz por Eduard Escartín
La reciente conmemoración que hemos vivido del bicentenario de la Constitución de Cádiz de 1812 es una buena ocasión para hacer un balance de lo que representó el texto y los legisladores que lo confeccionaron.
Las cortes gaditanas no se entienden sin tener presente la Guerra de la Independencia en la que el popular y espontáneo rechazo del francés y la piña junto a Fernando VII mostraron al mundo que la nación española existía por encima de reinos, reyes y diferencias lingüísticas.
El texto de Cádiz consagró los principios liberales y la soberanía popular hoy aceptados por todos los españoles. Pero ante la ofensiva del cantonalismo catalán la Constitución de 1812 ya afirmaba la indisoluble unidad de los españoles de ambos hemisferios.
En aquellas cortes hubo una notable participación catalana entre los que destacaríamos Antonio Puigblanc, Antonio de Campany, el gran historiador y uno de los padres del romanticismo catalán, o Antonio Barata, importante hacendado y hacendista. Todos huidos de la persecución francesa. En cambio, ahora, no ha habido ninguna representación catalana. Se trata de un insulto gratuito a los defensores de Gerona y Tarragona, los mártires de Barcelona y los héroes del Bruc.
Después del Compromiso de Caspe (1412), la incorporación de Navarra (1512) y el plebiscito gaditano de 1812, jalones de la unidad de España, ¿a qué viene este intento de crear el cantón independiente de Cataluña?
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