Nueva York
A la sombra de los famosos
Anónimos hasta que salen en todas las fotografías detrás de las «celebrities»; son el último fenómeno en internet
Hay quien los denomina «photocall» vivientes, otros los llaman forillos humanos, coloquialmente podríamos imputarles que «chupan cámara», pero los cibernautas lo describen sofisticada y «sajonamente» como «trending topics». Se trata de anónimos que se cuelan en fotografías y grabaciones, detrás de una personalidad relevante –voluntaria o involuntariamente– hasta convertirse en el ser vivo más rastreado en internet. En los últimos meses cuatro personajes han ostentado tal condición: el circunspecto escolta que aparecía detrás de Suleiman cuando anunciaba la renuncia del rais Mubarak, en una grabación de apenas treinta segundos. Ese medio minuto fue repetido como un «loop» en las redes sociales, abriéndose centenares de páginas en Facebook y Twitter, con fotomontajes en los que se le situaba a la «sombra» de Ben Ali, Mubarak, Hitler o Anuar el Sadat. Incluso se compuso una canción, colgada en youtube, bajo el explícito título: «Quiero ser el hombre que está detrás de Omar Suleiman».
El último ejemplo lo ha protagonizado un niño negro, esta misma semana: detrás de Carles Puyol en el partido de Champions entre el Barça y el Arsenal. Sus marcadas muecas, entre la sorpresa y el pánico, le han convertido estos días en el personaje más buscado de la red. Hay otros casos que lindan con lo berlanguiano: Como esa especie de «psicoimagen», que aparece desde hace una década detrás de cada famoso, con pinta de ayatola del Consejo de Guardianes, y un periódico colgado de la pechera. Se llama Mocito Feliz, y es fácil verle por las calles del centro histórico de Málaga, canturreando coplas de su cosecha, que Lorca quisiera para su «Poeta en Nueva York»: «A las cuatro de la mañana me como un arroz con Avecrén».
El último ejemplo de tipo que siempre sale en la foto, detrás del famoso, logrando acaparar más flashes que éste, es un vigilante de seguridad de los juzgados de Palma. A raíz del «caso Matas», ha salido en más instantáneas que cualquier «celebrity». Su nombre: José Antonio Nieto. Su apelativo de «guerra»: «Primo», derivado de la época en el gimnasio Samurai, donde competía con, al menos, una decena de hijos de sus tíos y no paraba de repetir el parentesco. Burla, burlando, se convirtió en cinturón negro en ocho estilos de artes marciales, ha sido campeón de España en lucha libre y subcampeón del mundo en lucha sambo, por no hablar del judo, buguei o el kick boeing... «Nada de esto ha sido premeditado –asegura afable y tranquilo, cuando se le pregunta por sus ya más de quince minutos de gloria escoltando a personalidades–, sólo intento hacer mi trabajo, ser amable con quienes entran en el juzgado. Si los veo nerviosos, les doy conversación: hablamos de fútbol o de música, como con Ana Torroja, o de cualquier trivialidad. Me lo enseñó mi madre: tu siempre saluda y pórtate bien con la gente».
«Soy un chaval de barrio»
Ha tejido un arco de seguridad, con su voluminosa encarnadura, alrededor de personajes relevantes como: Jaume Matas, María Antònia Munar, Miquel Nadal, Javier Rodrigo de Santos, Ana Obregón o la ex cantante de Mecano. No dice un solo exabrupto de nadie. Acaso, una leve impresión: «Las entradas se producen con naturalidad. Todavía no he visto llorar a nadie. Otra cosa es cuando salen. No se les ve desmoralizados, sino pensativos, repasando lo que han declarado». No se ha visto envuelto en ningún incidente, «soy un chaval de barrio, y, por desgracia, muchas de las personas que se criaron conmigo en Son Gotleu desfilan por aquí.
Intento hacerles el camino hacia la sala un poco más fácil. Trato igual a un ministro que a un chorizo». Lo máximo que ha recibido fue una patada de una mujer que sacaron de los juzgados y «Primo» se vio obligado a pisarle el pie para que dejara de hacerlo. El resto: sin novedad en el frente.
A su trabajo acude –feliz– y con su dinero paga –me basta con lo que cobro–. No busca fama –a pesar de haber protagonizado un corto, en formato de parodia policial llamado «Fango y Trash» –remake youtubero de «Starsky y Hutch»– y haber participado en dos capítulos de la serie «Hermano mayor» que emitía Cuatro. «No quiero nada. No busco nada. Llevo un pin del Betis porque soy hincha, pero ni me voy a presentar a Eurovisión ni nada por el estilo. Sólo aspiro a trabajar en lo mío, continuar como entrenador de artes marciales y vivir en la paz oriental en la que me he educado». Lo de salir en las fotos y firmar autógrafos «se pasará con el tiempo, ya lo verás». Parafraseando a Lao Tse: Agua turbia, déjala reposar. Se vuelve clara.
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