Toledo
Chacón se esconde en la apertura del Museo del Ejército
Años y años de polémica, de discusiones sobre la conveniencia de trasladar el museo de Madrid a Toledo, de dimes y diretes con el personal, de polémicas acerca de lo que se debía exponer o no dentro de su nuevo emplazamiento, acaban hoy con la inauguración tantas veces pospuesta del Museo del Ejército, en el emblemático Alcázar de la ciudad imperial.
La inauguración, que estará presidida por Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, tendrá el poso de las polémicas vividas, no tanto en el propio museo como en la ciudad de Toledo. Después de que el pasado 23 de junio la ministra de Defensa, Carme Chacón, pospusiera la inauguración, que estaba prevista para ese día, por la celebración de la sesión en el Congreso de los Diputados relativa al «decretazo» y el posterior pleno sobre la presidencia europea, la celebración de hoy viene precedida de un cambio protocolario llamativo. En un principio, el plan establecido por el Ministerio y la Casa del Rey planteaba que las autoridades recibieran los honores en la plaza de Zocodover, a escasos metros del Alcázar. Pero tras la polémica originada en la ciudad por la retirada de los honores al Corpus por parte de la ministra de Defensa, su departamento optó por alejarse de la calle y trasladar esos honores al propio Alcázar, en concreto al patio, para evitar abucheos por parte de los toledanos.Allí comenzará una visita en la que los asistentes podrán ver parte de la exposición, en la que se incluye una sala dedicada al siglo XX y el despacho del coronel Moscardó, defensor del Alcázar durante la Guerra Civil. En un principio, tal y como ratificó el secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez, el pasado mes de octubre, esa estancia permanecería cerrada al público, pero la presión de historiadores y militares ha hecho posible que ésta, finalmente, forme parte de la colección. En esa sala del siglo XX, los visitantes podrán observar piezas históricas de la contienda. Entre ellas se puede encontrar la guerrera del general Varela, el único bilaureado del Ejército. Este militar obtuvo las dos más altas condecoraciones a las que podía aspirar durante el reinado de Alfonso XIII, además de una medalla militar individual, la segunda de mayor valía, y 36 grandes cruces. Por este currículum, su guerrera figura en una vitrina del Museo. La ironía es que mientras allí se expone esta pieza, reconociendo el valor de este general, el Ministerio de Defensa ordenó hace meses la retirada en los cuarteles de las calles con nombres relacionados con el bando nacional, entre ellos el del propio general Varela. Pero más allá de polémicas, el Museo pretende mostrar al visitante la historia del Ejército a través de diferentes salas que van desde la monarquía hispánica, 1492-1700, hasta el tiempo presente. Eso en las siete salas de discurso histórico, porque en las 13 de temáticas se tratarán temas tan dispares como la uniformidad en el Ejército, las armas blancas o las banderas.El museo conserva en la actualidad 36.400 piezas, de las que la mayor parte, 12.500, son armas. De todas esas piezas sólo se expondrán alrededor de 4.600 fondos. El resto se guardarán en uno de los diez almacenes con los que cuenta. La exposición permanente se extiende en 8.000 metros cuadrados de superficie.Todo a partir de una entrada en la que los visitantes podrán observar restos arqueológicos hallados en las primeras excavaciones de construcción del museo. Restos de murallas romanas, árabes y de los Trastámara se han incorporado a la exposición en su entrada.
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