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A la deriva

La Razón
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¿Quién toma decisiones en este país si uno no se ha ido, el otro no ha llegado y los partidos no dedican sus esfuerzos a otra cosa que no sea contar posibles votos? La sensación de que vamos a la deriva es absolutamente alarmante. Desde el Gobierno la única señal que llega a los ciudadanos es que Zapatero, ahora sí, le informa todo el que quiera oírle de que la cosa va francamente mal. A buenas horas señor presidente. La cantidad de tiempo perdido en España por su empeño en negar la evidencia no se recupera porque haya decidido adelantar las elecciones en cuatro meses. La herencia que deja es, sencillamente, escalofriante. Usted deja un país a la deriva mientras se marcha al Coto de Doñana a meditar sobre su futuro después de dejar en suspenso el de muchos millones de sus conciudadanos. Claro que usted no es el único culpable. Todos los integrantes de sus gobiernos desde que la crisis asomó la cabeza y usted, con la ayuda del desaparecido señor Solbes y el hoy flamante candidato y autoproclamado líder del PSOE, Pérez Rubalcaba, se dedicaron a lanzar cortinas de humo para que los ciudadanos no vieran la realidad y revalidaran su mayoría en marzo del 2008. Aún ahora, cuando estamos colgando de un hilo sobre el abismo, portavoces de su partido, en el que usted por lo visto pinta lo mismo que la Tomasa en los títeres, siguen tildando de antipatriotas a los que dicen la verdad y descalificando al PP que, si bien no es precisamente especialista en crear ilusión y esperanza en la gente, al menos ha demostrado cuando tiene el poder que no se deja llevar por la insensatez, una de las características más acusadas de sus casi ocho años de mandato. La última, con ribetes esperpénticos, elegir el 20 de noviembre para ir a las urnas para reafirmarse en uno de sus grandes logros como ha sido la ley de Memoria Histórica que, como todo el mundo sabe, ha servido para crear un gran ambiente social y, sobre todo, muchos, muchísimos puestos de trabajo. Yo no sé donde estaba usted el 20-N del 75. Yo en mi puesto de trabajo en una radio que había sido tomada y obligada a conectar con la radio pública durante tres días. Pero desde antes de la muerte del dictador ya estábamos trabajando por la democracia a cara descubierta en programas que hoy son marcas y entonces eran emblemas. Ninguno de nosotros sabíamos quiénes eran los que hoy lideran la izquierda. En la Universidad sólo el PCE y CCOO habían tenido el valor de aparecer. En noviembre del 75 Franco se murió en una cama de hospital sin que los antifranquistas supiéramos nada de la presunta lucha en la clandestinidad de su partido. Esto también es memoria histórica, señor presidente. Claro que ya se sabe que la memoria es traicionera y la Historia la escriben los vencedores. También los vencedores en procesos electorales, aunque ninguno de ellos hubiese tomado parte activamente en la lucha por conquistar libertades. Tengo la impresión de que esta última cortina de humo al elegir la fecha para votar no le va a servir de nada a su delfín. Bueno al delfín que le han colocado.