Atenas

Penúltima medalla del eterno Phelps

Suma un nuevo oro en 100 mariposa tras remontar en los últimos metros

El «Tiburón» de Baltimore sonríe tras recibir una nueva medalla de oro
El «Tiburón» de Baltimore sonríe tras recibir una nueva medalla de orolarazon

LONDRES- «Ha sido mi última carrera individual y ha sido tremenda», decía Michael Phelps, como con nostalgia. Y en ella quería dejar su sello, colgarse una nueva medalla –y van 21– y un nuevo oro olímpico –ya son 17–. ¿Alguien duda de que lo consiguió? Los últimos 50 metros de la prueba de 100 mariposa lo llevaron de nuevo a su lugar habitual, al título, mientras su madre estaba a punto de llorar en la grada, con las manos en la cara y apoyada en la barandilla al darse cuenta de que la estaban enfocando las cámaras. «Miré hacia arriba y allí estaba. Definitivamente no le gustan los primeros planos», afirmó el ganador. Debbie, la mamá del «Tiburón», disfrutó tanto como su hijo una vez vio que todo había acabado bien. La prueba le sirvió además para tomarse una pequeña venganza, ya que el surafricano Le Clos, plata ayer, le había arrebatado el título de los 200 mariposa, su prueba, en la última brazada.
Phelps es el hombre más querido en el Centro Acuático de Londres. Cada vez que aparece en escena es tan aplaudido como los nadadores locales, aunque él, con sus cascos y cierta cara de «empanao», ni se inmuta. Sólo reacciona al contacto con el agua, por mucho que digan que no es un pez. Por la forma como se maneja en la piscina, al menos lo parece. El público gritó como nunca mientras él caminaba a darse el penúltimo baño.
 
No fue una gran salida la suya, y en una distancia tan corta es complicado recuperar. Cedió terreno en el primer largo y llegó al giro penúltimo, en séptimo lugar, pero después de dar la vuelta salió del agua con ansia. Reaccionó y dejó a sus rivales sin respuesta con sus poderosos brazos, su envergadura y los pies que tiene, la clave de su nado veloz. Le Clos se quedó la plata, compartida con el ruso Korotyshkin.
 
El oro era para su dueño natural, para el que ya lo ganó en esta prueba en Pekín y Atenas. «No estaba contento cuando toqué la pared», dijo primero el fenómeno de Baltimore. En realidad nadó la final más lenta que las semifinales, pero fue suficiente para conseguir un nuevo éxito. La sonrisa volvió a su rostro y los aficionados no se aguantaron. «Ha sido emocionante. Al salir de la piscina, la gente se había vuelto loca. Es algo con lo que había soñado», aseguró después el estadounidense, que un día antes había recibido la llamada del presidente de su país, Barack Obama.

A Michael Phelps todavía le queda una página por escribir en su brillante historia. Hoy disputará el relevo 4x100 estilos y después la natación de competición será pasado para él. En los libros de Historia del deporte su nombre aparecerá con mayúsculas. «Hay gente joven que va a llevar la natación a otro nivel; para mí es un honor formar parte de todo esto», opinó Phelps. Los que vengan detrás tendrán complicado llegar a superar sus gestas. Hoy, junto a sus compañeros, parte como favorito para lograr un nuevo oro y dejar la cifra de medallas olímpicas en 22. Será la última carrera que se dispute en los Juegos de Londres y la última de Phelps.