Génova

ANÁLISIS: El PP no espera sobresaltos

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto al candidato del PP a la Xunta, Alberto Núñez Feijóo
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto al candidato del PP a la Xunta, Alberto Núñez Feijóolarazon

De las tres elecciones que se celebrarán en los dos próximos meses, las gallegas son las que tendrán una lectura nacional más evidente. Las vascas y catalanas serán interpretadas más en clave de Estado, pero en lo que afecta a los intereses de partido, para el PP serán más intrascendentes porque el resultado está bastante descontado. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sabe que llega a este proceso electoral en una situación delicada por las decisiones que ha tenido que adoptar en sus primeros meses de Legislatura. Pero con la seguridad, sostienen en su entorno, de que el desenlace de estos comicios no afectará a la estabilidad de su Gobierno ni tampoco a la que tiene dentro de su organización política.

Para que el resultado de las gallegas, que es donde más se juega, llegue a afectar a su estabilidad tendría que producirse una «catástrofe» que en estos momentos no entra en los planes de la dirección popular. Más bien al contrario, de cumplirse sus previsiones, Alberto Núñez Feijóo mantendrá la mayoría absoluta. El resultado está muy ajustado, pero el PP confía en que una campaña muy planteada en clave gallega le sirva para mantener el Gobierno. La gestión de Feijóo está bien valorada y su imagen también es «razonablemente buena», según explican en Génova. Y es ahí donde lo han apostado todo: a que los gallegos voten pensando en Galicia y no en la política nacional.

Salvo esa «catástrofe» no prevista, Rajoy cuenta con que en Galicia las cosas le vayan bien, y el resultado negativo en el País Vasco y en Cataluña lo da por prácticamente amortizado. No son el test, entienden los populares, sobre si Rajoy lo ha hecho bien o mal en estos meses. En Galicia él comenzó su remontada en la dura etapa de oposición y Galicia es el trono a preservar. Pero según sus más allegados en Moncloa, Rajoy no está preocupado por las elecciones, ni siquiera por las gallegas. Su cabeza está en la crisis y en la parálisis en la que ha vuelto a colocarse Europa.

En clave nacional, el proceso electoral que concluirá a finales de noviembre le abre la puerta a un largo periodo sin citas con las urnas que él confía en que le dé un respiro para empezar a remontar antes de las elecciones europeas. Según los análisis que se manejan en Moncloa, 2013 debería ser el año en el que se tocase fondo y a partir de ahí empezar una remontada que permitiese trasladar a la ciudadanía la sensación de que ya hay un cambio de ciclo. La mayoría absoluta y el tiempo que queda hasta las próximas elecciones generales son los dos elementos que más tranquilizan al PP dentro de la conciencia de que la situación es de emergencia.

A Rajoy le preocupa el rescate, no las elecciones, sostiene un ministro cuando se le pregunta por la sensación en el ambiente político de que el presidente está ajustando sus decisiones a la inminente ronda electoral, como ya ocurrió cuando los comicios andaluces. «La situación es mala, pero muy estable. Y después de tanto tiempo hablando del rescate, creemos que es difícil que éste tenga una mayor sanción pública que la que ya se deriva del desempleo o de los ajustes en los servicios públicos», precisa un veterano diputado popular.

En relación con las elecciones vascas y catalanas, en Moncloa prevén que las primeras se resolverán con un ajustado triunfo del PNV y que éste intentará evitar atarse a nadie para navegar la Legislatura buscando apoyos según sus intereses. En cuanto a Cataluña, la visión es pesimista aun desconfiando de que Artur Mas vaya a conseguir la mayoría absoluta bajo la bandera del independentismo. Aun no consiguiéndola, en el Gobierno temen que quedarán en manos de ERC. El PSC está asfixiado por sus crisis y el PP catalán puede no sumar lo necesario para ser la bisagra, según los cálculos del Ejecutivo.

El desenlace de estas elecciones preocupa notablemente en medios populares no tanto en cuanto al recuento de votos pero sí por su difícil gestión política. «Que pueden convertirse en un problema de Estado es una evidencia. Pero habrá que responder si llega el problema», precisan fuentes del Gobierno.