París
Art Basel Miami habla español
La feria, una de las citas clave del arte contemporáneo, cuenta este año con una abrumadora presencia de galerías de nuestro país, una docena, que se medirá con lo mejor de la creación internacional
La feria de arte contemporáneo más importante de las Américas (así les gusta que la llamen a sus creadores) inaugura su décima edición en la que destaca la apabullante presencia latinoamericana, lo que subraya una pujanza que ya nadie puede cuestionar, así como el regreso de un puñado de galerías internacionales (como la española Helga de Alvear) ausentes durante pasadas ediciones y una destacadísima presencia de galerías españolas, la más importante desde que abrió sus puertas. En total 250 se darán cita del 1 al 4 de diciembre (en 2002 la cifra apenas rebasa las 200), lo que demuestra la evolución registrada por un encuentro artístico que se abrió paso hace una década con cierta timidez y que hoy, en plena recesión económica, se perfila ya como consolidado. De reojo mira a su hermana mayor, la omnipotente feria de Basilea, y espera el aterrizaje dentro de un par de años de la que se convertirá en la tercera pata del arte mundial en cuanto a ferias se refiere, la que también Art Basel celebrará en Hong Kong.
Salir al mundo
A pesar de que la bonanza no es palabra que abunde en el vocabulario actual, las galerías españolas han decidido cerrar filas y hacer las maletas rumbo a Miami. Once son las que estarán presentes en esta edición, desde las veteranas Juana de Aizpuru, Guillermo de Osma y Elvira González, hasta las más jóvenes, como Maisterrabalbuena y Travesía Cuatro. Esta última abrió sus puertas en 2004. Primero lo hizo en un local de la madrileña calle San Mateo, en el número 4. Después se trasladó al 16. Entre las obras de nombres emergentes sus directoras, Silvia Ortiz e Inés López-Quesada están muy centradas en el arte Iberoamericano. Para ellas, acudir a las ferias es salir al mundo, «porque en España, si pretendes vivir del mercado español… Además, la labor de la galería es la proyección de tus artistas a todos los niveles, y esa labor se hace en las ferias», asegura Ortiz. La primera en la que participaron fue en México. Y rápidamente se decidieron a poner un pie al otro lado del Océano. Es el tercer año que viajan y en esta ocasión han apostado por la obra del mexicano Marco Rountree Cruz, «que presenta un proyecto relacionado con libros y bilbliotecas», explica.
Para Maisterrabalbuena éste también será el tercer año. Desde 2009 no han fallado y asegura Pedro Maisterra, uno de sus directores, que «nos ha ido fenomenal. La experiencia resultó estupenda porque es una de las mejores ferias». Destaca la labor de promoción y los contactos con coleccionistas: «En una semana se concentra todo y con el tiempo se desarrollan contactos». Destaca el empuje y la presencia del coleccionista latinoamericano, «sobre todo el brasileño, que tiene dinero, sólo hace falta mirar su PIB». Tiene muy claro cuáles son las señas de identidad de ese comprador: «Comprometido, joven, sin prejuicios, muy bien informado y que se interesa por la obra, no por el nombre del artista». Sus apuestas son los españoles Karmelo Bermejo y Regina de Miguel y la polaca María Loboda. Desde Barcelona aterrizará Polígrafa, especializada en obra gráfica, con Joan de Muga y Ángel Samblancat al frente, dos veteranos curtidos en ferias. A ellos se une Projecte SD, que dirige Silvia Dauder, y Nogueras Blanchard.
Una gran inversión
Guillermo de Osma regresa tras su partipación en la edición de 2003. «Imagino que sí notaré la diferencia porque en aquella edición era una feria muy europea con contada presencia iberoamericana. Ahora ha dado la vuelta». En aquellos comienzos tampoco faltó Elba Benítez, que ya ha hecho las maletas y es asidua de esta cita. Íñigo Navarro, de Leandro Navarro, montará un stand en su línea de vanguardia histórica, con obras de Baltasar Lobo, Vieira da Silva, Gargallo y Le Corbusier, entre otros. La galería Parra & Romero estará presente en la sección Art Nova con Stefan Brüggenmann y Philippe Decrauzat. El esfuezo económico, y esta queja es común, que hacen las galerías españolas que cruzarán el Océano es importante. De Osma ha pagado sólo por el stand, de 60 metros cuadrados, unos 28.000 euros, a lo que hay que sumar el transporte (alrededor de 4.000), los seguros, la estancia, el viaje... «El mercado español está bastante quieto y es necesario salir y tocar todas las puertas. Vuelvo con estusiasmo y ganas porque es una zona llena de vida, que bulle y en la que me encuentro muy a gusto», asegura. Llevará tres grupos de obras, lo que denomina «Diálogos», entre Chillida y Serra, y entre Torres García y el grupo de artistas geométricos de los 50 y 70, fundamentalmente argentinos, así como una representación de «Construyendo utopías», con obras de 1918 a 1945. El abanico de precios es amplio, de 3.000 a 500.000 euros: «Nunca he vendido todo lo que llevo a una feria», confiesa. ¿Funciona lo muy caro? De Osma responde: «No, lo interesante, aunque existe un mercado pequeño de gente poderosa y "trendy"que compra arte contemporáneo a precios demenciales, como el Gursky que se ha vendido por 4 millones hace unos días».
De las repetidoras casi año tras año es Elvira González. Lleva ocho de fidelidad. Es una de las ferias a las que acude junto con Fiac, Basilea, Arco. Isabel Mignoni destaca de la feria que «funciona como una maquinaria de relojería suiza. Además, el cliente anglosajón y el norteamericano es bastante más rápido que el latino, y decide en poco tiempo». Corrobora la pujanza del coleccionista latino, sobre todo brasileños, peruanos y chilenos. ¿Se vende? «Sí, aunque no lo hemos vendido todo nunca». La experiencia de Mignoni le dice que las ferias «se han convertido en un imán con un gran poder de atracción. Veo a coleccionistas en París y después viajan a Suiza y me los vuelvo a topar en Miami». Como el arco de clientes es amplio, los precios también: de 5.000 euros a 2 millones «y, entre medias, de todo».
Venderlo todo
El caso de Juana de Aizpuru es distinto. No ha fallado a una sola de las diez ediciones desde su nacimiento hasta esta cita, y el balance que saca no puede ser mejor: «Está llena de optimismo y es un punto de encuentro único para los coleccionistas norteamericanos, europeos y latinos. Es una cita estupenda», a la que la galerista le pone un pero: «El transporte sale carísimo. No me privo de llevar obras enormes y me sale por un pico, como una escultura cuyo transporte me cuesta 8.000 euros. En total serán unos 30.000 en esta partida, y a partir de ahí sigue sumando», explica. Tampoco se priva de llevar un stand de esos que obligan a pararse: «Me han dado el máximo espacio, 95 metros cuadrados, y lo pongo a todo meter, porque si no echas el resto es mejor que te quedes en Madrid. Además, como el dólar tampoco está tan caro, el coste se puede asumir. Soy muy exagerada y llevo obra para el stand y para el cuartito, Por ejemplo, si cuelgo 4 fotografías de García-Alix dejo guardadas otras 12 por si acaso. En total viajaré con más de 100 obras, una burrada, vamos. Me encanta montar el stand y cuando está ya listo me digo: "Tengo que venderlo todo porque me ha quedado de maravilla"», confiesa.
Referente artístico
Annette Schönholzer y Marc Spiegler dirigen Art Basel Miami Beach. Ante la crisis uno tiene la sensación de que no se inmutan: «La calidad no va a disminuir. La experiencia nos dice que los periodos de incertidumbre económica conllevan un efecto positivo: la depuración y el esfuerzo por ofrecer las mejores piezas», aseguran. Se muestran satisfechos de que quien prueba, por lo general, repita, «aunque también hay galerías que llegan por primera vez. La combinación entre nuevas y veteranas también distingue a este encuentro, que va a ofrecer un espectáculo artístico de referencia del 1 al 4 de diciembre», dice Spiegler.
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