Confirmado: no aparecen cinco obras de Serrano

No ha empezado con buen pie su andadura el nuevo centro de arte dedicado a la obra del escultor Pablo Serrano en Zaragoza, inaugurado el pasado 23 de marzo. Ni su nieta ni su nuera, Susana Spadoni, estuvieron presentes en la inauguración porque la familia considera que el convenio que se firmó en 1996 entre la Diputación aragonesa y la nieta y heredera del escultor de Crivillén, Valeria Serrano Spadoni, ha sido vulnerado sistemáticamente en varios de sus puntos. «El trato que hemos recibido fue insultante. El acuerdo se ha contravenido y han querido apropiarse de obras que no les pertenecen, primero, en nombre del Gobierno de Aragón, y después –dada la proximidad de las elecciones–, en el del pueblo. Nuestra opinión no se ha tenido en cuenta y han pasado por alto nuestros derechos morales», asegura Spadoni, nuera de Pablo Serrano.

Mentiras
A estas quejas se añade la denuncia de la familia sobre la desaparición de un conjunto de obras del artista, «de lo que me doy cuenta al revisar junto a un técnico del museo el inventario de 2005-2006. Querían que estampara mi firma en el nuevo sin hacer constar la falta de las obras, a lo que me negué porque quiero que computen esas faltas», relata la nuera, quien denuncia que la ausencia de las piezas ha sido sistemáticamente negada desde las filas del Gobierno socialista de Aragón..., hasta la semana pasada, cuando la falta fue reconocida en las Cortes de Aragón por la Consejera de Educación, Deportes y Cultura, Victoria Broto. La pregunta llevaba el número 261/11 y era relativa a la «desaparición de un determinado número de piezas de la colección donada en su día por Pablo Serrano...». La hizo el diputado del Grupo Popular, Miguel Navarro a la Consejera de Educación, Cultura y Deporte, Victoria Broto: «¿Tiene usted la certeza de que todas las obras del legado donado en su día por Pablo Serrano que están inventariadas en la actualidad, están físicamente controladas?». La respuesta fue: «Sí. Todas las obras que ingresaron en el denominado museo, tras la extinción de la Fundación Pablo Serrano, se encuentran perfectamente inventariadas y conservadas en las dependencias del Instituto de Arte y Cultura Contemporánea Pablo Serrano». En el turno de repregunta, Navarro se muestra contundente: «Le exijo en sede parlamentaria que le diga al pueblo aragonés la verdad sobre este turbio asunto. (...) Tanto el viceconsejero, el señor Vázquez, como el propio director general de Patrimonio, el señor Vicente, mienten, y lo digo literalmente, mienten, cuando afirman que no falta ninguna pieza; como también le puedo decir a usted que miente cuando ahora mismo me acaba de afirmar que no falta ninguna(...)».

Navarro asegura entonces que se envió a la familia un documento en el que está escrito que «se declaran como no localizadas las cinco obras que se detallan que forman parte de la colección (...) pero cuya presencia en el museo no consta, al menos desde el año 2000», y que son dos escayolas de la serie «Bóvedas para el hombre», otras dos de «Unidad-Yunta» y «Entretenimientos en el Prado (un bronce de la infanta Margarita)». Broto, entonces, contesta y señala que cuando se firma el convenio de colaboración con la Diputación General de Aragón se especifica que se realizará al año siguiente un inventario de la obra de Pablo Serrano. En 2004 se pide finalizar el listado «cotejando los datos de la colección existente con los anteriores» y es en ese momento cuando Broto reconoce en sesión parlamentaria que «sí se detecta que hay cinco obras, de tamaño de entre diez y cuarenta centímetros, que no han sido localizadas; las que ustedes ha dicho (...) Se dice que pueden ser errores de indentificación en los inventarios, porque no figuraban en las entregas, y así se hace constar».

Extravío consciente
Sea como fuere, a día de hoy las piezas siguen sin aparecer y nadie sabe dónde pueden estar, aunque Navarro comenta que «se han extraviado conscientemente. No creo que en el traslado del museo se hayan perdido». Spadoni es partidaria de realizar un nuevo recuento para el que pediría la opinión de un perito asumido por ambas partes con el objeto de levantar un recuento. «Un descuido de estas características es intolerable», recalca.