Grupos
Supervivientes
Se avecinan tiempos muy duros, inclementes, severos y hasta despiadados. No están los ánimos para caridades lejanas, pero menos aún para las cercanas, para las que obligan a compartir el poco pan y la poca sal… Ahora el trabajo lo es todo, y todas aquellas labores desechadas, las que no quería nadie, las que se dejaban para los que arribaban de un confín peor, comienzan a ser oro puro en un país en el que la nueva pobreza llega hasta a los rincones más recónditos.
Cuando las familias jóvenes empiezan a plantearse que no es que no puedan comprarle unos zapatos nuevos a los niños o llevarles al cine, sino que no saben cómo pagar sus colegios, la cosa se pone fea. Es ése el momento en el que los desafortunados más recientes miran a un lado y a otro, ven a los inmigrantes acudiendo las una y mil veces que jamás tuvieron oportunidad en su vida anterior a la Seguridad Social y luego a sus hijos ocupando las plazas de guardería que ellos habían demandado…Y todo estalla.
«Que se vayan los inmigrantes que no están reclamados y no tienen contratos», dicen entonces algunos, pensando, tal vez, en que es posible que alguien deje de contratarlos a ellos con tal de pagar algo menos. No es que sean racistas, ni que no crean en la enorme riqueza cultural que supone la mezcla de colores y alientos… Sucede que el mundo que nos espera y que se anda perfilando en la actualidad, es el de los supervivientes. Y si para sobrevivir es necesario dar un zarpazo y expulsar a los más nuevos de la manada, que nadie dude que así se hará.
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