Presentación

Las espías que seducen no pecan

Las agentes del Mossad que tengan que dormir con el enemigo para sacar adelante una misión cuentan desde ahora con el beneplácito de la religion judía. Así lo concluye un artículo del rabino Ari Shvat que se publica en el último número de «Tehumin», una colección anual de artículos sobre ley judía y modernidad, que auspicia el Instituto Zomet, una organización no gubernamental dedicada a la convergencia armónica de la Halacha (la doctrina religiosa del judaísmo) con la vida moderna israelí.

Las espías que seducen no pecan
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Con el sugerente título de «Sexo ilícito por amor de la seguridad nacional», el rabino Shvat argumenta que seducir al enemigo para obtener información o capturarle no sólo no se sancionará, sino que es «kosher» (apropiado) y, aún más, una importante «mitzvah» (o mandamiento), según publica el diario israelí «Yedioth Ahronot».

Lo que en lenguaje del espionaje se conoce como misiones «honeypot» (tarro de miel y nombre eufemístico que en inglés se da a la vagina) y en las que el cebo es la propia espía han servido al éxito de memorables misiones del espionaje mundial, pero según esta investigación también están recogidas en la Torá.

Historias bíblicas

El rabino Shvat cita el caso de la judía Esther, que durmió con el rey persa Asuero allá por el año 500 antes de Cristo para salvar a su pueblo. Y también la historia de Yael, la mujer de Heber el Kenita, que ayudó a los israelíes en su lucha por el control de la tierra de Canaán, matando a Sísara, general cananeo, que había venido a refugiarse en su tienda.

Dicho todo esto, el rabino precisa que «naturalmente, debería preferirse a una agente no casada como trampa», ahora bien, «si no hubiera otra opción» –que la de utilizar a una mujer casada– «sería mejor para el marido divorciarse, aunque después del acto (sexual) puede recuperar a la esposa», escribe. Y para rematar el asunto, ahonda aún más y señala que «lógicamente, este tipo de trabajo debería asignarse a mujeres de por sí promiscuas». Tras esta aportación rabínica a la Halacha sólo queda por resolver si los espías masculinos tendrán algún límite, a partir de ahora, a la hora de dormir con las «enemigas».