
Barcelona
Un vino con menos impacto ambiental
Desde hace unos años el proceso de maduración de la uva ha cambiado. La vendimia se adelanta una semana. Con el fin de que no vaya a más, la industria vitivinícola trata de combatir la huella que genera un buen caldo

En los últimos años, viticultores y bodegueros han detectado que el proceso de maduración de la uva se ha visto alterado. Hay un desfase entre la madurez en el contenido de los azúcares de la uva –más temprana– y la de los aromas y polifenoles del vino, más tardía. Una forma para ganar terreno al calor y evitar así que las regiones productivas tengan en un futuro que cambiar de localización es reducir el impacto que genera la propia industria en la producción de un buen caldo. En esta línea, el consejero de Medio Ambiente de Cataluña, Francesc Baltasar, ha manifestado esta semana durante las jornadas EcoSostenibleWine celebradas en Vilafranca del Penedès (Barcelona) que resulta imprescindible producir vinos con el menor impacto ambiental y sin derrochar recursos, con el fin de mantener la competitividad y ser sostenibles. Y precisamente en Vilafranca del Penedès una bodega ha pasado de las palabras a la acción. Se trata de Bodegas Torres, y su objetivo: reducir para 2020 en un 30 por ciento las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de 2008. Ya se han puesto manos a la obra. Y no ayer. El grupo Torres lleva a cabo una agricultura exenta de insecticidas y herbicidas en la que la agricultura ecológica va ganando terreno. El 100 por ciento de los viñedos de Torres en California, más del 30 por ciento en España y cerca del 15 por ciento en Chile, son ecológicos.
En España, la bodega Torres más avanzada en lo que a medio ambiente se refiere es la que la empresa tiene en Vilafranca del Penedès, de cuyas tierras el grupo ha elaborado los vinos Nerola, certificados como ecológicos. Aquí han notado cómo «en los últimos años la vendimia se ha adelantado entre una semana y 10 días. Este año, en cambio, se ha retrasado», explica Miguel Torres, presidente del Grupo Torres, a la salida de las Jornadas y días antes del Foro Wharton que se celebrará en Madrid y donde detallará las innovaciones de su bodega. Para Torres, miembro de la cuarta generación de esta familia de bodegueros, la vitivinicultura «es una industria contaminante, por eso hay que hacer algo para reducir el impacto de nuestra actividad. Los efectos aún no son muy graves, pero lo serán, hay que actuar ya». Fomento de las renovablesDicho y hecho. La bodega consume nueve millones de kilovatios hora (kWh) al año, a pesar de las medidas de ahorro energético, que van desde el aislamiento de las cubas de acero pasando por el rediseño de los circuitos. El 10,11 por ciento de la energía (910.000 kWh) se produce gracias a las renovables. Así, los 2.592 módulos fotovoltaicos instalados en la bodega producen 900.000 kWh. Es decir, casi toda la energía que obtienen gracias a estas fuentes.
La solar térmica no produce electricidad, pero sí, en cambio, evita consumirla o usar gas para calentar el agua sanitaria. Así, los 48 colectores que tienen cubren el 50 por ciento de las necesidades de agua caliente de la bodega. Un recurso hídrico que es necesario para la desinfección de las máquinas de la planta de embotellado. Y no son pocos, no. Para la sanitización precisan de 10.000 litros diarios. Así que gracias a los colectores se ahorran 300 kWh por día al producir otros tantos kilovatios térmicos.
El viento también resulta esencial. No es que hayan instalado miniaerogeneradores, quizá por la falta de espacio en el tejado de sus instalaciones. Sino que han participado con 2,8 megavatios (MW) en la construcción del parque eólico de Orpí, ubicado en el extremo norte del Alto de Penedès. Este parque de 14 aerogeneradores y con una potencia total de 35 MW no está aún operativo. Y falta, eso sí, la biomasa (y también la geotermia). Aunque están en ello. Así, mientras que ya valorizan los desechos de la uva para la alimentación de los animales, con los seis millones de kilos de residuos que obtienen de la uva podrían producir electricidad con el consiguiente ahorro de CO2, unas 2.250 toneladas de CO2 al año. Aunque aún tendrán que esperar un par de años para su puesta en marcha.
Con el objetivo de reducir emisiones están incorporando a su flota vehículos eléctricos y de bajo consumo. Así, de un parque de 113 vehículos tienen un furgón de reparto eléctrico y 48 vehículos de bajo consumo con los que ahorran tres litros de carburante a los 100 kilómetros. En esta línea, han reducido en casi un 17 por ciento el gramaje de las botellas de vidrio, con lo que reducen su peso y por ende las emisiones, 758 toneladas de CO2 menos al ahorrar 1.885 toneladas de peso de las botellas, cuyo embalaje es de cartón.
Y si es importante reducir la huella de CO2, también lo es disminuir el consumo de agua, sobre todo en un país como España. ¿Cómo? Gracias a la optimización de este recurso, bien sea por un menor consumo como por una mejor utilización. Varias son las medidas: desde la recogida y almacenamiento del agua de la lluvia hasta la depuración del agua, pasando por sistemas de riego inteligentes que evitan el despilfarro del recurso.
Gracias a éstas y otras medidas, consumen dos litros por botella, en vez de tres. Una medida que tiene que verse no sólo como ambiental, sino también como una posibilidad a medio largo plazo para ahorrar costes. GalardonesPor todo ello, Bodegas Torres ha sido reconocida por la ONG RTCC (Respondiendo al Cambio Climático) como bodega pionera en responsabilidad ambiental. Su labor ha sido también distinguida con el premio Compañía Verde del Año 2010 por la revista «Drink Business», que anteriormente declaró también a Torres como la «Bodega Número 1» de la lista verde en minimización del impacto ambiental.
Iniciativas verdes en Vilafranca del PenedèsUna de las medidas puestas en marcha por Bodegas Torres para frenar su huella de carbono consiste en formentar las energías renovables. Así, los paneles solares fotovoltaicos instalados en las Bodegas de Pacs producen aproximadamente el 10 por ciento de las necesidades energéticas de la bodega. También utilizan colectores solares térmicos con los que calientan el agua que será posteriormente usada en la limpieza de la línea de embotellado, cubriendo así el 50 por ciento de las necesidades de la bodega. Dejando a un lado el sol, la compañía participa con 2,8 megavatios (MW) en la promoción de un parque eólico, que produce el equivalente al 60 por ciento del consumo energético del establecimiento vitivinícola de Vilafranca del Penedès (Barcelona).
Un uso del agua racionalLa compañía depura el agua en su propia planta de tratamiento de aguas residuales biológica que cuenta con 1.200 metros cúbicos (m3)de capacidad al día. Han instalado sistemas de irrigación inteligentes que permiten cubrir las necesidades hídricas del viñedo sin tener que despilfarrar un bien tan esencial, sobre todo en un país como España. En Bodegas Torres también utilizan ósmosis inversa en la entrada de los condensadores evaporativos de las torres de refrigeración. Y por si esto fuera poco, además, recogen y almacenan el agua de la lluvia para su posterior empleo en la bodega y ajardinan los exteriores del establecimiento con plantas de bajas necesidades hídricas.
Proyectos de I+D+iEn la actualidad, trabajan en la fijación del dióxido de carbono (CO2) procedente de los procesos de fermentación del vino mediante un lecho de algas. El proyecto experimental lo están desarrollando en el vivero de la Bleda. Por otra parte, están valorando la biomasa que se produce de sus desechos como fuente de energía. El proyecto en cuestión es un sistema de trigeneración que permitiría producir energía eléctrica, calor y frío. ¿Cómo? Mediante un proceso de gasificación a partir de los despercidios que producen. Los orujos y el raspón procedentes de la uva generan seis millones de kilogramos de desechos al año, que podrían aprovecharse en este sentido y que permitiría no sólo producir un recurso del desperdicio, sino también eliminar ese residuo.
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