África

Ruanda

Carta del cooperante: la violencia sexual sacude el corazón de África

La enfermera de MSF relata en esta carta su experiencia recién llegada a Kivu Sur, en la República Democrática del Congo, donde se encarga, entre otras cosas, del laboratorio, de la maternidad, de la medicina general y del programa más duro de todos: el de violencia sexual.

Un niño en el hospital de Kalonge/ Foto: Rocío Raya
Un niño en el hospital de Kalonge/ Foto: Rocío Rayalarazon

Para llegar a Kivu Sur, en la República Democrática del Congo, hay que pasar por Kigali, la capital de Ruanda. Es más rápido atravesar medio país vecino que sumergirse en la espesura de los cientos de kilómetros que separan esta zona con su capital...En la mochila viajan conmigo mis recuerdos y atrás quedaron de nuevo todas las personas que se han habituado poco a poco a la vida de esta cooperante de Médicos Sin Fronteras, una vida que se ha convertido en un perpetuo "hasta luego".Atravesar la mitad de Ruanda fue algo increíble. Al principio sólo veía colinas y campos de cultivo y eso me hacía preguntarme dónde estarían todas aquellas montañas de las que todo el mundo hablaba en sus libros. Sin embargo, de repente entramos en el parque natural de...(imposible recordar el nombre sin mis notas de abordo...) y me encontré de frente con la montaña-selva más impresionante que he visto en mi vida (junto con Chiapas, otro sitio que me marcó profundamente...). La sensación fue extraña... pues de pronto me encontraba en el país "verde"dónde hace tan pocos años se produjo ese horrible genocidio que lo tiñó todo de rojo... RDC es mi segunda misión con MSF en África subsahariana, y la verdad es que desde que puse el pie en este continente me enamoré de él, de sus colores, sus olores y sus sonrisas sinceras.Desafortunadamente, la región este del Congo soporta desde hace años sobre sus espaldas el peso asfixiante del conflicto armado; un conflicto que se manifiesta cada mañana cuando nos cruzamos con las tropas de militares para ir a trabajar, o cada tarde al caer el sol, cuando esas mismas tropas que vimos por la mañana (o las del frente contrario) saquean, roban, secuestran y violan a una población civil que no entiende de intereses políticos ni económicos y que únicamente viven con la esperanza de levantarse al amanecer y ver que, esta vez, los hombres de verde no pararon frente a su puerta.En Kalonge, la región en la que yo me encuentro, MSF lleva a cabo un proyecto para mejorar el acceso al sistema de salud, ofreciendo servicios gratuito y de calidad a los pacientes. Yo, como enfermera de terreno, me ocupo junto a nuestro personal local de la supervisión de 5 centros de salud a los que también prestamos apoyo y que se encuentran en la zona rural.Llegar a cada uno de estos centros de salud es toda una aventura debido al "maravilloso"estado en que se quedan los caminos cuando llueve, pues podemos tardar hasta 5 horas para hacer 5 km, así que me estoy haciendo un curso acelerado de como hay que sacar un 4x4 del barro... a veces dudo si continuar con mi carrera de enfermera o si debería animarme a participar en el próximo Paris-Dakar...Cada día de la semana vamos a un centro diferente a llevar medicamentos, hacer formación al personal sanitario, recoger datos epidemiológicos (que nos permiten conocer las enfermedades más habituales y buscar posibles epidemias), trasladar a los pacientes más graves al hospital y supervisar el programa de desnutrición infantil. También nos encargamos del laboratorio, de la maternidad, de la medicina general y del programa más duro de todos: el de violencia sexual.En el corazón de África las necesidades son enormes, pero quién más sufre y menos expresa sus problemas son las miles de mujeres víctimas de agresiones sexuales que se ven obligadas a vivir en silencio, debido, entre otras cosas, a la estigmatización social que sufren quienes cuentan lo que les ha ocurrido.Llevo poquito tiempo aquí, pero lo cierto es que en este lugar del corazón de África no hay tiempo que perder para conseguir dar una asistencia sanitaria adecuada a una población que está pagando las consecuencias de este conflicto sin sentido. Espero poder contaros más cosas de mi experiencia dentro de algunas semanas.

Rócío Raya es enfermera de terreno en el proyecto de Médicos Sin Fronteras en Kalonge, República Democrática del Congo