Bruselas

Dos en uno por Alfonso Ussía

La Razón
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El éxito de Rajoy en Bruselas no ha sido recibido con excesiva alegría en algunos sectores de las izquierdas hispanas. No lo han discutido, porque el triunfo del tándem Rajoy-Monti ha sido incuestionable, pero lo han obviado y pasado por alto, desprecio que practica esta buena gente con tanta eficacia como asiduidad. Es probable que la coincidencia de la victoria en la batalla de Bruselas –la guerra es otra cosa–, con la final de la Eurocopa entre España e Italia, haya disminuído el entusiasmo por el logro bruseliano.

Y también es posible que la celebración del «Día del Orgullo Gay», de mundial repercusión, tenga que ver con el nulo reconocimiento de una brillante acción política y económica que nos ha sacado, de momento, a la señora Merkel de la sopa. Los sindicatos no se han ocupado del asunto, y aquí y ahora, sin que sirva de precedente, los defiendo. No han tenido tiempo para hacerlo. Sus dirigentes estaban de manifestaciones.

En un mismo día, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo han encabezado en distintos y no cercanos lugares, dos concentraciones reivindicativas de muy diferente índole. La marcha de los mineros hacia Madrid, y la multicolor fiesta del «Orgullo Gay», ese arrebatador guateque callejero que tanto indignaba a Luis Escobar: «Los maricones de toda la vida hemos sido siempre muy discretos». Por la mañana, recorrieron con los mineros 18 kilómetros, los que separan Molina de Aragón de Aragoncillo, que es topónimo engañoso por cuanto pertenece a la provincia de Guadalajara. Y por la tarde, Méndez y Toxo encabezaron el desfile de carrozas del «Orgullo Gay», demostrando estar los dos en perfectas condiciones físicas. Atribuir a los dirigentes sindicales el don de la ubicuidad es exagerado. Desde Aragoncillo hasta Madrid viajaron en sus cómodos automóviles y tuvieron el tiempo suficiente para comer y echarse una siestecita antes de abrazar los colores del arcoíris.

Méndez y Toxo habrán tomado nota. Las manifestaciones convocadas por sus sindicatos en los últimos tiempos tuvieron muy limitada respuesta ciudadana. Los homosexuales reunieron –según la Policía Municipal–, a 700.000 personas, cifra inalcanzable para CCOO y UGT. Para mí, que en el próximo Primero de Mayo, harían bien en cambiar el mensaje de la convocatoria, y organizar, al término de la manifestación, toda suerte de «gimkanas» y concursos deliciosos con el fin de atraer a lo más granado y juguetón de los colectivos rosas. Eso sí, rogando a sus dirigentes que cambien sus siglas, absolutamente impronunciables y difíciles de asumir. La Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, en la síntesis siglada es la Felgbt, y el Colectivo en los Madriles de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, es el Mlgtb. Y a ver quién es el guapo que se atreve a pronunciar «Felgtb y Mlgtb» en discurso fluído de reivindicaciones sociales. De la tribuna al otorrinolaringólogo.

Mucho se ha hablado y escrito desde los sectores menos favorables al sindicalismo actual de la excesiva indolencia de sus dirigentes. De ahí mi enérgica protesta. Dos manifestaciones en un solo día es trabajo de tanta dureza que no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Se entiende que no hayan tenido tiempo para reconocer que lo conseguido por Rajoy en Bruselas es importante para España y para su maltrecha economía. Con tanto trajín, los olvidos son perdonables.