Barcelona

Niños como equipaje

Mucho tiempo antes de que Louis Vuitton metiera el lujo en una maleta, los asesinos empezaron a utilizarlas para deshacerse de los cadáveres. Los crímenes de la maleta son hijos de los crímenes del baúl y fruto de la evolución de los tiempos.

Pilar Mazaira mató, en mayo de 1992, al hijo de su vecina y metió el cadáver en una maleta
Pilar Mazaira mató, en mayo de 1992, al hijo de su vecina y metió el cadáver en una maletalarazon

En 1929 se descubrió el primer gran asesinato con intervención de un baúl en la estación de Mediodía Atocha. Un empleado abrió un bulto muy pesado: era un baúl de madera. Al abrirlo llegó un mal olor que nadie que haya estado cerca de un cuerpo en descomposición podría olvidar.

En la caja había un torso de varón, descuartizado y decapitado. La investigación fue capaz de averiguar que se trataba del industrial barcelonés Pablo Casado, un hombre de buena posición, que se hacía la manicura y que presentaba un aspecto remilgado, aunque con el tiempo transcurrido dentro de aquel lugar todo el infinito esfuerzo se había perdido. Pablo había sido asesinado por su criado, Ricardo Fernández, «Ricardito», que le aplastó la cabeza con una plancha y lo degolló. Después arrojó la cabeza en el puerto de Barcelona.

Del baúl a la maleta
El resto del cuerpo lo facturó para Madrid en una dirección cierta y se había acumulado con muchos otros bultos y valijas abandonadas. El baúl era espacioso y cabía dentro el cuerpo del señorito, junto a efectos de su fábrica de papel y envoltorios. El caso de Ricardito fue tan famoso como aquel otro de un baúl en el que sacaron muerto a un gran actor en el centro mismo de Madrid. El baúl era muy socorrido, porque dentro entraban todas las pertenencias y se acomodaba muy bien el cuerpo de un adulto de unos 80 kilos. El asesino del baúl del actor fue un joven de diecisiete años. El asesinato se produjo, al parecer, por una disputa.

En los dos casos el baúl viajó con los restos del cadáver con precisión y seguridad. Más recientemente, y todavía con gran fama, se produjo el primer crimen de la maleta. La evolución de los útiles de viaje sirvió para que criminales menos fuertes pudieran echarse al hombro los restos de sus despojos.

Eso llevó a Pilar Mazaira a matar al hijo de su vecina, con la que tenía un enfrentamiento, y meterlo en una maleta. Fue el 20 de mayo de 1992. Buscó a Pablo, de doce años, hijo de su vecina Purificación. Lo estranguló con una media y lo metió en una bolsa. Llamó a la madre, fingiéndose francesa para simular que era un secuestro y cobrar un rescate. Pidió treinta millones de pesetas. El muchacho ya estaba muerto y la llamada fue identificada. Desde La Coruña, donde transcurrió el crimen, Pilar mandó la maleta a Madrid. La pesaron en la agencia, cincuenta kilos, y dijo que la recogería ella misma en Madrid.

Los inspectores encontraron el cuerpo de Pablo en posición fetal, atado con cuerdas. Falleció por asfixia. Pilar Mazaira fue propuesta para un castigo de veinte años de cárcel por asesinato, aunque la reforma de las leyes la dejarían en nueve años. Tras cumplir seis, quedó en libertad, en 1998.

Llega internet

El siguiente y más famoso asesinato de la maleta es el de esta mujer también gallega, ocurrido en Mahón. Pretendió desprenderse del pasado y para ello no dudó en trasladarse de Galicia a Menorca. Encontró un nuevo novio en internet, al que no comunicó que era madre de un hijo de ocho años. Los abuelos, que se habían quedado en casa al niño, se dieron cuenta de que con quien mejor estaba la madre era con su hijo, y lo mandaron a Mahón. Mientras, ella estaba satisfecha y feliz con su nueva vida y su nuevo novio. El chico se quedó en la misma casa y dijo que era su sobrino.

La mujer no pudo aguantar la tensión generada y acabó confesando que ella había dado muerte al chico en la bañera, y enterrado en una maleta. La misma que le habían enviado con sus cosas desde la aldea gallega. Apenas unos pocos kilos en un chico escuálido.
Una vez hubo acabado con su vida, le fue fácil meterlo en el reducido espacio con todo lo que le habían mandado: sus pequeñas pertenencias.

Resuelto en tres días

A los diez días le arrojó al monte dentro de la maleta. Ese extraño ataúd fue encontrado por excursionistas, y al abrirlo dieron también con parte de un esqueleto de un menor. Se incautaron de mudas, un reloj, unos cómic, un juegos de cromos, un plumier y un neceser de equipaje. Hasta el momento era un crimen perfecto, porque no había ni denuncia ni sorpresa. El niño no estaba censado ni escolarizado en Menorca. El padre no tenía contacto con él y los abuelos habían roto sin querer con él. Todos los misterios se aclararon en tres días.

La fecha de un cómic situó la época y los forenses indicaron que el cuerpo era de un menor de entre 10 y 13 años. Su identidad se averiguó por sus iniciales bajo la goma de borrar. Un nombre y dos letras sirvieron para establecer cómo se llamaba. Esa pista los llevó a Noia. La madre dijo tres cosas distintas: que no tenía hijo, que el que estaba allí era su sobrino y que luego tuvo un accidente y «lo encontró cadáver». El compañero sentimental por el que se cree que Mónica hizo todo esto es ajeno. No se siente implicado e ignoraba que su pareja sea madre.

Sin embargo, al parecer, en las redes sociales de internet, la madre mantiene vivo al hijo y da noticias de su vida.