Lenguaje

Juntas al baño por Paloma Pedrero

La Razón
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Esta es una pregunta que siempre hacen los chicos. No comprenden ellos qué placer podemos sacar en acompañarnos al tocador. Pues mucho más de lo que pudieran imaginarse. Las mujeres desde que somos criaturitas tenemos un talento y una necesidad mayor de hablar que los varones. La parte del cerebro dedicada a la comunicación verbal es claramente superior en las féminas. Y lo más sorprendente, hablar entre nosotras, nos causa un enorme placer. Es decir, las chicas vamos al baño juntas para charlar tranquilamente. Para contarnos eso que no podemos contarnos delante de los chicos, que no es hablar de ellos precisamente; para poder relajarnos, colocarnos a placer las medias, la ropa interior y cualquier otra cosa que nos oprima; para quitarnos los ojos de ellos de encima por un momento, para cimentar nuestras relaciones de mujer a mujer.
Existe, asimismo, una razón biológica para esta conducta. El contacto por medio de la palabra activa los centros de placer del cerebro femenino. Si la charla versa, además, sobre asuntos íntimos, secretos que tengan que ver con el amor o el deseo sexual, un grandioso flujo de oxitocina y dopamina nos inunda, sintiendo el más inmenso deleite neurológico que se puede sentir, aparte de un orgasmo. No es de extrañar, entonces, que las mujeres, desde la adolescencia, dediquen muchas horas a cuidarse entre ellas: peinarse, maquillarse o hacerse cosquillitas… La intimidad con charla y risas nos llena de un profundo bienestar.
Los hombres no tienen esta suerte. Su placer neurológico verbal está vinculado con aspectos intelectuales. Pero claro, no van a dar una conferencia a un amigo en el baño. Ellos para disertar no necesitan alejarse.