Buenos Aires
Otto Pérez Molina: El general de la «mano dura»
Todo indica que Guatemala será dominada por un militar. Otto Pérez Molina, gracias a un mensaje primario («mano dura») y una millonaria campaña publicitaria se impondría en segunda vuelta, según las encuestas. El general, con formación en contrainsurgencia y de hablar cortante –hábito adquirido durante 34 años de vida cuartelera coincidentes con la guerra civil que dejó 200.000 muertos– fue acusado de violar los derechos humanos, aunque nunca juzgado. Quienes lo acusan «no encontraron nada, porque no hay nada», espeta Pérez, con tono castrense. El regreso al poder de un militar es para muchos suficiente garantía de que se hará cumplir la Ley. Pero otros lo temen, fundamentalmente por los nefastos antecedentes en derechos humanos que se remontan a los gobiernos militares de las décadas de los 70 y 80. Pérez Molina forjó su carrera marcial como especialista en inteligencia, una de las más poderosas e influyentes dependencias del Ejército. Una orden de un oficial de inteligencia, D-2 o G-2 como los llamaban, bastaba para decidir la muerte de cualquiera, sin más averiguaciones. El historial del general que consta en cables diplomáticos y reportes secretos de agencias del Gobierno de EE UU que fueron desclasificados por la ONG National Security Archive (NSA), muestran a Pérez Molina como parte de «La Cofradía», una estructura paralela conformada por oficiales de inteligencia con nexos con el crimen organizado, mafias de contrabandistas y el narcotráfico.
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