Moscú

El humo de los incendios obliga a desviar vuelos a Moscú

Como si fuera un segundo Chernobyl. El Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear de Francia advirtió ayer que la combustión de los más de 500 incendios activos en Rusia podrían desencadenar otra catástrofe similar.

Por si 58 víctimas mortales y 700.000 hectáreas quemadas no fueran suficientes, Rusia se despertó ayer con el temor de una posible amenaza nuclear. Según el Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear de Francia, la combustión de los 558 incendios activos en el país podría estar desprendiendo partículas muy tóxicas de las zonas aún contaminadas por la catástrofe de Chernobyl.
La cercanía del fuego a las infraestructuras de Defensa y a centrales nucleares también ha obligado a la evacuación de cientos de centros. El armamento de todo el distrito militar de Moscú ha sido enviado a otras zonas más seguras para evitar una catástrofe mayor de la que se vive.
Precisamente, la capital se mantiene envuelta en el humo desde ayer, y ni siquiera los 35 grados de temperatura consiguieron elevarlo por encima de la ciudad. Desde Estados Unidos, la NASA advirtió de que la capa de humo que la cubre es tan densa como un cúmulo formado por una erupción volcánica.
Lo cierto es que la cercanía de los incendios forestales a Moscú es cada vez mayor, y aunque algunos turistas siguen fotografiándose en la popular Plaza Roja, las autoridades sanitarias han advertido de la concentración de sustancias nocivas en la atmósfera, cinco veces por encima de los niveles máximos aceptables. Las previsiones meterológicas advierten que el humo, que incluso ha llegado a las estaciones de metro y a los pasadizos subterráneos de la capital, podría continuar en los mismos niveles hsta el lunes. Ante los múltiples avisos, muchos moscovitas optaron ayer por quedarse en casa o salir protegidos por mascarillas.
Mientras tanto, el resto del país sigue sumido en el caos. Decenas de vuelos han sido desviados a otros aeropuertos por la falta de visibilidad.
Además, la sequía derivada del calor extremo ha acabado con 10 millones de hectáreas de cultivo y ha obligado al Kremlin a detener la exportación de trigo del país, lo que afectará al precio de productos básicos.