Sevilla

Pajaritos por aquí

La Razón
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Pajaritos por allá. Esta vez la canción no la interpretaba su autora, aquella chica tan cursi llamada María Jesús que salía a escena y se asomaba a nuestras salas de estar desde la tele con su acordeón. De pajaritos habló Alfonso Guerra tras ser nombrado hijo predilecto de Andalucía en la celebración institucional del Día de la Comunidad. Dijo don Alfonso, recordando sus años infantiles en Sevilla, que cazaba pajarillos para poder llenar la olla. Y lo dijo delante de algunos pajarracos que, por acción o por omisión, han permitido el penúltimo gran escándalo de una tierra que el PSOE lleva más de treinta años gobernando como si fuera su cortijo. Ahora los pájaros llevan corbata y algunos incluso tienen despacho y coche oficial al que tendrán que colocarle esta misma semana un limitador de velocidad. La reconocida demagogia con la que don Alfonso nos ha obsequiado siempre tenía esta vez ribetes de insulto a la inteligencia. Con las encuestas por primera vez claramente en contra, es difícil que los andaluces que sufren el número de parados más alto de España y ven cómo el dinero público se tira a paletadas en ERE falsos, o en subvenciones a los sindicatos que triplican la suma que dedican a este fin el resto de las autonomías juntas, como revelaba el pasado martes LA RAZÓN vuelvan a picar con el viejo cuento de los descamisados y los señoritos de derechas que llevan usando hasta la náusea los socialistas andaluces y muy en particular el ex vicepresidente que se prodiga poco pero que, cuando lo hace, no pierde ocasión de desempolvar el viejo catálogo de tópicos que durante décadas les ha dado tan buen resultado. Pero cuando uno lee, también en este periódico, que el ex consejero de la Junta, Antonio Fernández, comenzó a trabajar en la empresa que le ha «ereado» el mismo día de su nacimiento sólo puede pensar dos cosas: o el grado de desvergüenza rebasa todos los límites imaginables o se trata de un error, de una errata. En cualquier caso algunos no han llenado la olla precisamente de pajarillos y el escándalo de Mercasevilla amenaza con ser la puntilla de un Gobierno que hace tiempo que actúa como si de un régimen se tratara. Pero a pesar de los aires de cambio que se respiran y el anhelo de gran parte de la sociedad andaluza, los populares se encuentran solos ante el peligro como Gary Cooper. Izquierda Unida, que ha sido durante años el socio-cómplice en Sevilla cuando no en toda Andalucía, puede tener de nuevo la llave para frustrar esas expectativas. Don Cayo Lara, que quiere ser el referente de la regeneración de IU, tiene una gran responsabilidad por delante. Si, por ejemplo, la alcaldía de la capital andaluza se decide con los votos de su coalición, que no se extrañe luego si en las autonómicas y en las generales sus votantes le dan la espalda. La espalda que ellos mismos le han dado a la investigación de las irregularidades manifiestas dejando al descubierto que entre la moqueta y la verdad los chicos de don Cayo se decantan por la primera.