Alicante
La bravura se premia con la vida
- Olivenza (Badajoz). Tercer festejo de feria. Se lidiaron toros de Garcigrande, muy buenos 1º y 3º, y extraordinario el 4º que fue indultado, de nombre «Mosquetero» con 495 kilos. Lleno.- Antonio Ferrera, de blanco y oro, media (oreja); dos orejas y rabo simbólicos.- El Juli, de azul turquesa y oro, estocada trasera, aviso (oreja), estocada (oreja).- José María Manzanares, de nazareno y oro, pinchazo y estocada recibiendo (oreja con petición), estocada (oreja).
La auténtica bravura no es violenta ni agresiva, no puede equipararse a animales con peligro que buscan los muslos en vez de la muleta. El cuento del torismo se basa en que cuanto más miedo pase el torero, mejor es el toro. Pero la bravura es otra cosa. La bravura es embestir como lo hizo «Mosquetero», un excepcional toro de Garcigrande cuya perfecta morfología anunciaba lo que llevaba dentro. De principio a fin embistió con una entrega brutal, con una fijeza portentosa, con un recorrido colosal y con una profundidad para soñar el toreo. En cada arrancada pareció partirse el cuello buscando la muleta de Ferrera.
Y Antonio se entregó en una faena animosa, vibrante, de toreo largo y, a veces, de muletazos con la mano muy baja, poniendo a prueba la clase de aquel toro de ensueño. Su labor fue irreprochable, pero el astado era demasiado grandioso. Para haber hecho historia. Ferrera se llevó el lote de la corrida, porque su primero metió la cara con una templanza y suavidad también para morirse de gusto. Con el capote, como en el del indulto, pegó lances despaciosos y también templado y limpio toreó de muleta. El extremeño se acopló bien a la dulzura del animal, y además ejecutó pases de pecho y cambios de mano que hubiera firmado cualquier torero artista.
El azar puso a prueba la capacidad de El Juli, que yo creo que no hace falta. Resulta que su primero quiso echarle mano en todos los pases, y resulta que no lo consiguió en ninguno. Es lo que pasa cuando un torero se queda quieto, acierta en las distancias, atina en los toques, responde con valor y deslumbra con su mente. Es lo que pasa, cuando delante de un mal toro, está el rey de los toreros. Y el rey, que tampoco tuvo suerte con su segundo enemigo, toreó con primor con el capote y se paseó con suficiencia en una faena de muleta inventada más que otra cosa.
Manzanares también estuvo a buen nivel. Corrigió la descoordinación inicial del tercero de la tarde para torearle con dominio y mucho gusto, con cadencia y ese empaque que lo distingue.
Citó a recibir, y al segundo intento metió la espada hasta la mano, mereciendo la segunda oreja que no le dieron. Por eso salió arrancado frente al sexto, un complejo toro que lo cogió muy malamente. El de Alicante, arrebatado y dispuesto, no volvió la cara y cortó otra oreja de ley. Como de ley fue la bravura de «Mosquetero».
✕
Accede a tu cuenta para comentar