Japón

Los otros

La Razón
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Bueno, señores, mucho ánimo, que ya sólo nos quedan tres. Un trago más de Primperan y a pensar que sólo quedan tres. ¿Tres qué? Se preguntarán Vds. ¿A qué tres se refiere, señorita? ¿Las tres hijas de Helena, que eran tres pendones? ¿Los tres días del Cóndor? ¿Quizá los cerditos del cuento? Mire, no caigo, pero me dice Vd. tres y se me vienen a la cabeza Los Tres Sudamericanos y se me van los pies. ¿Las tres pistas del Circo Castilla? ¿Los mosqueteros? ¿Pero no eran cuatro, en el fondo? ¿Las gracias de Rubens? ¿Las caras de Eva? No, amiguitos. Los tres. Tres clásicos de cuatro concentrados en dieciocho días, protagonizados por los dos equipos consentidos de la liga, dos de los que se libraron de convertirse en sociedades anónimas deportivas, el par que se lo puede llevar todo, el dúo Sacapuntas. Dos clubes que cuentan con los favores políticos y empresariales, que han hecho de sus palcos una pasarela de intereses, los dos que apabullan en cifras, que arrasan en seguidores, que alardean de trayectorias y de trofeos, dos escudos que ahora mismo se retan, se miden, se citan a duelo.
No hay día en el que no se echen un pulso. En resumen: un tostón, un latazo, un aburrimiento supino. Qué hartura, qué turra, qué sopor. Me acuerdo mucho estos días de todos los amigos que no son ni de uno ni de otro, que son sólo del suyo, del propio e intransferible, de esa gente que mira estos partidos como miran las vacas a los trenes, con el desdén del que sabe perfectamente por qué es de sus colores y no podría ni querría serlo de ningún otro, sin importarle si gana siempre o la pifia, si sus vitrinas están llenas o no, si cuando sale al extranjero le preguntan por su delantero centro o si la segunda equipación se vende mucho en Japón.
Pienso en los socios que llenan el cemento del estadio desde hace mucho en sus provincias, para los que no vale todo, no vale ganar de cualquier forma, para los que jugar decentemente es mucho más importante que lo que diga el marcador, en esos padres ilusionados con que su chaval siga siendo del equipo del que fue siempre la familia y no se deje llevar por la moda de los lunes en el colegio. De todos ellos me acuerdo y se me escapa una sonrisa. Porque en el fondo, el fútbol es bien bonito. Aunque estos días piense lo que piensa Caparrós: que jueguen, y que nos dejen en paz al resto.