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Vuelta al cole entre amenazas judiciales
MADRID- Con las imágenes del embargo de los pupitres y las sillas de sus aulas todavía en la cabeza, los alumnos del Santa Illa regresaron ayer a su rutina diaria. Ante decenas de periodistas y de fotógrafos, los 160 estudiantes de 3 a 17 años de este centro privado de Chamartín volvieron a entrar ayer en unas clases que el jueves, cuando las abandonaron, estaban vacías y con los libros apilados en las esquinas. Cinco días después, tanto ellos como sus familias tienen la certeza de que podrán finalizar en el Santa Illa este curso pero con la gran incógnita de cuál será el futuro del centro a partir del mes de junio. En mitad de toda la polémica, la deuda de casi un millón de euros que el propietario del centro educativo, Iñaki Santa, tiene con la Seguridad Social por el impago durante las dos últimas décadas de las cuotas sociales de los trabajadores y de las cuotas empresariales de la sociedad anónima.
A juzgar por las declaraciones de algunos de los padres que ayer hablaron ante los medios, no parece que el paso de los días haya apaciguado su indignación por las formas en las que se ejecutó el embargo. Varios de ellos volvieron a subrayar su intención de llevar ante la Justicia estos hechos: «No podemos comprender cómo se ha ejecutado la orden de forma arbitraria y junto con algunos profesores estamos meditando la posibilidad de llevar a cabo acciones legales», sostenía José Antonio García del Moral, padre de una alumna del centro. Cristina, estudiante de Bachillerato, aseguraba que los operarios fueron unos maleducados y llegaron a decirles que «debían estar contentos por quedarse sin colegio». Otra de las madres, Diana Carrillo, continuaba indignada: «Nadie en sus cabales espera que vayan a entrar a llevarse el mobiliario en presencia de menores. El problema no es lo que debe el dueño, sino cómo se ha ejecutado el embargo». En la misma línea se manifestó el director académico, Manuel Díaz, al asegurar que «las cosas se pueden hacer de otra forma y se tenía que haber evitado la presencia de los niños».
Respecto al futuro del Santa Illa una vez finalice el curso, Díaz incidió en que la disposición de los propietarios es la de «normalizar la situación, salir adelante y superar el tropiezo para llevar adelante el proyecto» del colegio.
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