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Balón de Oro

«Celebro cuando tengo que celebrar»

Era el primer encuentro entre Cristiano y su afición tras la «crisis de la tristeza». Desde que el portugués asegurara nada más hacerle dos goles al Granada que no estaba feliz y se sentía incómodo en el Madrid, no había habido oportunidad de saber cómo le había sentado el episodio al Bernabéu.

«Celebro cuando tengo que celebrar»
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 Ayer se pudo comprobar que el madridismo está con su delantero y reaccionó arropándolo. Cariño y aplausos desde el primer minuto, incluso antes, cuando se leyeron las alineaciones por megafonía. A la hinchada blanca no le ha temblado nunca el pulso a la hora de silbar a los más grandes futbolistas, pero parece que a Cristiano, de momento, le han perdonado las quejas públicas de hace dos semanas.

Puede que el par de comunicados que «colgó» en Facebook mientras estaba concentrado con su selección, en los que aclaraba que el dinero no era la causa del malestar y que su compromiso con los colores estaba intacto, tuvieran algo que ver en el recibimiento. Y también, que el rendimiento de «CR7» ha sido incuestionable más allá de este comienzo de curso, en el que casi nadie se salva.

Ante el Manchester City, él fue el primero en poner en apuros a Hart, además de participar en casi todas las jugadas ofensivas blancas de la primera mitad. Un regate con el que sentó a Kompany, antes de buscar un disparo cruzado, arrancó los aplausos y confirmó que el idilio es sólido entre público y estrella.

En el pasado ambas partes tuvieron algunas dudas, que se han disipado desde que el portugués acude puntual a su cita con el gol en los partidos ante el Barça. Ésta era una de las pocas críticas que se le podía poner a un futbolista con tantos goles como partidos vestido de blanco, y ya es agua pasada para él. Por si había alguna duda, se encargó de culminar la remontada ante el City con un nuevo tanto, que desató la locura y dio paso al cántico de: «¡Cristiano, Cristiano¡». «Celebro cuando hay que celebrar», dijo el portugués nada más terminar el choque y había razones para hacerlo, porque la noche se había complicado mucho.