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BCE: + o – por Carlos Rodríguez Braun

La Razón
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Todo en los bancos centrales resulta paradójico y contradictorio. Actúan co- mo los salvadores después de que estallan burbujas que ellos mismos han inflado. O se definen orgullosamente como instituciones independientes del poder político, cuando son criaturas del poder político, un poder que designa a sus dirigentes, y un poder ante cuyas presiones siempre acaban rindiéndose tarde o temprano. Este juego político se vio claramente en los últimos días, en los que hemos podido asistir al bochornoso espectáculo de Smiley transfiriendo sus graves responsabilidades a Fránkfort y exigiendo al BCE, como hace toda la izquierda, que acometa una masiva compra de deuda pública. Cayo Lara llegó a afirmar seriamente que el BCE debería intervenir para «acabar de un plumazo con la especulación».

Se trata de apreciables disparates: la política monetaria no es un sustituto de la política fiscal, no puede resolver mágicamente los problemas de esta última mediante inyecciones de liquidez a cambio de deuda pública, y, para colmo de males, estas expansiones monetarias, si se realizan a cambio de títulos cuya credibilidad va degradándose, se traducen en el deterioro correspondiente del pasivo del Banco Central, es decir, la moneda.

Y en ésas estamos, en el tira y afloja entre quienes creen que la intervención del BCE ha sido incapaz de contener la crisis de la deuda porque ha sido insuficiente, y los que temen que una intervención excesiva socave la solidez del sistema y la fuerza del euro. Estas pujas se dirimen conforme a la fuerza política y los intereses de los contendientes, a quienes puede convenir en determinado momento dar una imagen de austeridad o de largueza.

Históricamente, las restricciones monetarias erigidas para contener la expansión de los estados y la insostenibilidad de sus deudas han tendido a ceder. Dos muy célebres fueron el patrón oro, liquidado en el período de entreguerras, y el Sistema de Bretton Woods, volado por Richard Nixon el 15 de agosto de 1971. El euro es seguramente el esquema monetario más ambicioso del mundo después de esos dos.