Novela

Un juego

La Razón
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¡La vida es un juego!, o al menos eso asegura el slogan de la casa de apuestas Bet-at-home. Vi su último anuncio el sábado pasado a media página en un periódico deportivo, y lo que más me ha sorprendido es que a día de hoy, nadie se haya hecho eco de la idea que pretenden comunicar.

Imagino el día en que la agencia de publicidad presentó esta campaña. Una mesa repleta en la sede de Bet-at-home escuchando con atención a unos maestros de la creatividad. Encabezando la mesa, un visionario con gafas de pasta que expone la idea de forma apasionada:

«¿Adictos al fútbol? Esa es la idea, la frase de la campaña. Ahora cierren los ojos, e imaginen: una mano fuerte que, con convicción, sostiene un billete nuevo de 50 euros, enroscado perfectamente a modo de canuto, y lo desplaza suavemente por encima de una ‘raya' blanca…de cal. ¡En un campo de fútbol! Es brillante». Y todo Bet-at-home en pie, aplaudiendo, algunos llorando, otros arrodillados mirando al cielo y dando las gracias.

Me recuerda a ese jugador de fútbol del Liverpool, Robbie Fowler, que en 1999 celebró un gol simulando esnifar una línea de cal del césped. Fue el acto impulsivo de un «adicto» al fútbol, al que le cayeron 60.000 libras de multa.

Pero esta campaña de publicidad, de impulsiva no tiene nada. Puede que la vida sea un juego, pero hay cosas con las que no se debería poder jugar.