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El nuevo Helenismo por Martín Prieto
Lo que son las cosas. El PSOE rebanó su programa social y la izquierda miró para otro lado, aunque indignada. El PP aplica su programa de recortes porque no hay más remedio y, ahora sí, se echan a la calle indignadísimos
El «cojo Manteca» fue el símbolo de un vandalismo nihilista que atosigó a Rubalcaba cuando estaba en el primer Ministerio de Educación socialista. Nuestro mefistofélico jefe de oposición tiene memoria flaca y se le ha olvidado que aquellas movilizaciones callejeras fueron un disparate incivil. Se le ha olvidado o no lo quiere recordar. Pérez Rubalcaba pertenece a la más rancia genética del socialismo español, que es un partido democrático pero con demasiados ratones en su biografía. Pablo Iglesias, «el abuelito», ocupó su primer y único escaño en el Congreso y amenazó de muerte al primer ministro Maura, que en días se libró de un atentado. Nuestros socialistas colaboraron entusiásticamente con la dictadura de Miguel Primo de Rivera, con gran desprecio del sufragio universal.
Cuando durante la II República perdieron las elecciones ante la CEDA de Gil Robles, organizaron la revolución de Asturias vaciando los alijos de armas de las Casas del Pueblo y sacando los cañones de Trueba. Gil Robles cuenta en sus memorias cómo mantuvo a Franco siempre despachando de pie y que éste, acatando las órdenes de la República, ni chistó. La paradoja es que los sublevados contra la República disparaban con artillería. No hay historiador que dude de que el 34 fue el preludio de la Guerra Civil. El asesinato de Calvo Sotelo también denotó el entendimiento democrático de algunos destacados socialistas.
Lo que le pasa al PSOE es que cree que la derecha no está legítimamente capacitada para gobernar y que son ellos los únicos que pueden llevar este país hasta la Arcadia Feliz. No han pasado tres meses desde unas elecciones libres que han apeado a los socialistas de los ayuntamientos, las autonomías (falta Andalucía, que está sentenciada) y el Gobierno, y la nueva dirección del PSOE donde destaca el terrible cociente intelectual de Elena Valenciano, ya calientan las calles.
Prácticamente han dimitido de su actuación parlamentaria en un momento crucial para España. Con ayuda de los sindicatos han resucitado al «cojo Manteca» (que creo que ya ha muerto) y al nuevo Helenismo, que consiste en no pagar nada y quemar los edificios propios. La extrema derecha griega no pone fuego al Partenón porque no arde. Toda esta macedonia de izquierda nos convoca el 11-M para una nueva rebeldía, como si alguna vez les hubiera dolido el corazón por la matanza de Atocha o todas las víctimas del terrorismo. Es vergonzoso, porque para convocar una huelga general no necesitan tan abyectos pretextos. No es la reforma laboral, sino la financiera la que abrirá las ventanillas del crédito, pero de lo que se trata es de convertir al presidente Rajoy en Papandreu, ilegitimizando las recientes elecciones mediante esta nueva «kale borroca» patrocinada por una izquierda que tiene que despedir empleados y tampoco encuentra créditos para seguir financiándose.
Sartenazos a las llamas
Dice Rubalcaba que este Gobierno está usando la sartén y el fuego. En política hay veces que hay que dar sartenazos a las llamas, pero Rubalcaba, cuando fue vicepresidente, no puso ni manteca en el recipiente. En Argentina, a estos comportamientos se los denomina «tirar la mantequilla al techo» y nos han dejado lamiendo los churretes que resbalan por las paredes. Por razones personales que no vienen a cuento, yo le tengo buena ley a Rubalcaba, pero cada día estimo que es un rostro impenetrable y un irresponsable. Un oportunista que todo lo aprendió del «cojo Manteca». La huelga general es inevitable, causará más daños económicos de los que necesitamos y políticamente no servirá absolutamente de nada. Ya se dice: «El jefe de la oposición es como un casto dueño de un prostíbulo. Él no te va a hacer nada pero trae una sífilis galopante».
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