Música

Mónaco

Desmadre en Mónaco

Los Grimaldi se desmelenan en un concierto de rock en el Principado

Los dos hermanos Grimaldi se contonean al ritmo de Iggy Pop acompañados por Charlene, (izda.) que se deshizo en mimos con su prometido
Los dos hermanos Grimaldi se contonean al ritmo de Iggy Pop acompañados por Charlene, (izda.) que se deshizo en mimos con su prometidolarazon

No le dieron tregua al cuerpo. Contoneándose, desatados y casi en trance. Así se mostraron el príncipe Alberto de Mónaco y su prometida, Charlene Wittstock, durante un concierto de rock que se celebró a las puertas del palacio Grimaldi. La pareja estaba acompañada por Carolina, que también ofreció su imagen más natural y desinhibida lejos de la seriedad y la pompa con la que suele acudir a los bailes de la Rosa del Principado. Los culpables de este «desmelene real» fueron los míticos grupos de rock Iggy Pop y ZZ Top, que con su voz ronca y sus guitarras hicieron temblar los cimientos del legendario palacio. Los prometidos dieron la bienvenida a los artistas invitados y posaron con ellos antes del concierto al aire libre que congregó a más de 6.500 espectadores. Es la primera vez que el palacio abre sus puertas para acoger un evento de estas características. Y es que los tiempos de la suntuosa monarquía de Rainiero han quedado atrás y Alberto ha decidido modernizar el Principado a golpe de rock. Con los primeros acordes, los hermanos Grimaldi comenzaron a mover el esqueleto, demostrando que no están dispuestos a ceder tan fácilmente el trono de juerguistas del reino a las generaciones venideras por mucho que Andrea, Carlota y Pierre Casiraghi se esfuercen en desbancarlos. Con gestos cómplices, Alberto y Charlene, conjuntados en negro, demostraron lo bien que les ha sentado el anuncio de su compromiso.

Contoneo hippyLa princesa Carolina cambió sus rígidos trajes de alta costura por unos cómodos y veraniegos pantalones de seda y una blusa del mismo tejido, un atuendo con un toque hippy ideal para aguantar el contoneo con el que dejó a un lado la imagen de princesa triste que la ha acompañado últimamente. Empapada en sudor y con una copa en la mano, se agarraba al hombro de su hermano y entonaba, completamente entregada, las canciones del grupo. Una imagen sin complejos que dejó a más de un monegasco con la boca abierta. Parece que la envarada princesa ha acogido con entusiasmo el nuevo aire que promete otorgar su futura cuñada a las rancias costumbres del Principado. Viéndola tan desmelenada, no es raro que a los súbditos les recuerde a los excesos a los que les tenía acostumbrados su ex marido, Ernesto de Hannover. Además, seguro que más de uno también se preguntó: «¿Pero dónde está Estefanía?».

Prometidos cómplices Al príncipe Alberto le costaba seguir el ritmo de su prometida; será porque, a la hora de mover el esqueleto, los veinte años de diferencia que existen entre ambos pasan factura. Entre baile y baile, el soberano se dejaba querer y demostró que existe una gran complicidad con su futura esposa. Ésta ha sido la primera aparición de la ex nadadora tras el anuncio de su compromiso.